Capítulo 10: Amar Como Tú

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No vio a Luocha desde Año Nuevo, lunes. Ahora era domingo. Además, recibió la información el miércoles. Toda. Pero solo leyó la de Otto, no quiso indagar en Luocha. Prefería darle la oportunidad de explicarse, quizás porque no sabía de dónde salió. O porque esos meses fue alguien completamente distinto a quien realmente era. Solo sabía las últimas huellas de su expareja antes de que se transformaran en otro ser. Una oportunidad para hablar fue siempre lo que lo frustró en esos 20 años. Descubrir demasiado tarde la naturaleza y acciones de Apocalypse y no perdonarse por ello. Ni en vida, ni en muerte. No sabía qué esperar, si explicaciones, o que, de repente, se quitara una máscara que tampoco había llegado a ver.

La cafetería donde se conocieron parecía ser el sitio apropiado para cerrar todo el asunto. Fuera cual fuese la conclusión final, todo terminaría ese día. Estaban en un reservado, ya le comentó a Pela, la camarera, que consumirían más tarde.

Iba a tomar una decisión dura. Tenía que abordar el tema fuera cómo fuese. El cambio de cirujano podía solicitarse, Welt también podría permanecer en el hospital el tiempo que fuera, vigilándola. En cuanto a los otros pacientes, intentaría abordar la situación lo mejor posible para que no se convirtieran en víctimas.

Welt tenía los ojos cerrados cuando escuchó la puerta. Todas las conversaciones que tuvo consigo mismo a lo largo de esa semana, ensayándolas, ahora parecían distantes. Se desvanecieron tan pronto como vio esos ojos verdes. No levantarse de la silla ni mirarlo con calidez provocó que Luocha lo mirase dolido y pensativo.

—Toma asiento, por favor —alcanzó a musitar.

—¿Qué sucede, Welt? No es propio de ti esto... —Luocha se sentó en frente suya. Welt suspiró suavemente.

—Lo sé y pido disculpas. Lo entenderás cuando extiendas tu mano.

Tal y como le pidió, la acomodó sobre la mesa de cristal. Welt apretó su puño y lo dejó suavemente sobre su palma abierta. Tembloroso, abrió su mano y dejó caer el pequeño objeto que rescató de las profundidades del armario. Luego, la apartó de inmediato como si de un fuego se tratara.

Al principio, frunció el ceño pensativamente. Luego, al acercarlo, alzó las cejas.

—... ¿Es mi anillo? Lo había perdido hace un tiempo... Oh, espera... No, es similar. Welt Yang & Ott...

Luocha se calló automáticamente con los ojos muy abiertos. Bueno, al menos parecía sorprenderle tanto como a él. ¿O estaba fingiendo?

Tu anillo está en el cesto de los detergentes, lo descubrí el otro día y lo reconocí al instante, como comprenderás. Sobre todo porque es el anillo de boda mío y de Otto. Lo cual me lleva a hacerme tantas, tantas preguntas. ¿Cuál era la probabilidad? Las coincidencias o, ¿ eran coincidencias siquiera? —cerró los ojos una vez más y tomó aire—. Ahora sé lo que ocurrió realmente con Otto hace veinte años. ¿Pero puedes contarme lo que sucedió contigo? Si estos meses han sido genuinos, que quiero creer que lo son. O si todo esto es un plan tan meticulosamente elaborado como el que hizo Otto conmigo. Sé que sueno desequilibrado, más —sacó el informe completo de Otto y Luocha lo tomó, esta vez con manos temblorosas—. Sé también que, de seguir vivo, no sería quien conocía al 100 por ciento y... Disculpa, estoy yendo demasiado rápido.

Luocha asintió y se hizo el silencio. Leyó de inmediato la portada, al menos. Welt se lo sabía ya de memoria.

Otto Apocalypse fue electrocutado en una silla eléctrica hace veinte años como venganza de uno de sus alumnos que logró salir de la manipulación de su profesor. Otto se hizo con el odio de los mismos para llevar a cabo experimentos psicológicos ilegales, usando como metodología personas fuera de las vidas de los mismos, lo suficiente como para no salir sospechosos de asesinato.

¡Es un Marzo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora