Dualidad
El reino de los espíritus, un plano pacífico habitado únicamente por los grandes maestros y alumnos del kung fu después de fallecer. Desde que el maestro Oogway decidió dejar atrás el reino terrenal para unirse a este plano, todo se volvió demasiado monótono para él. Había momentos en los que se sumergía en una profunda meditación durante largos periodos hasta "fatigarse", e incluso practicaba múltiples sesiones de su valioso kung fu. Esta paz y armonía eran sensaciones que no había experimentado en muchos años.
Hoy era uno de esos días tan monótonos; la tortuga había decidido meditar para intentar encontrar la paz interior estando en su gran ruina flotante, decorada con una réplica exacta del árbol de durazno de la sabiduría celestial que dejaba caer cada uno de sus pétalos convirtiéndolos así en energía. Sin embargo, algo no lo dejaba continuar; algo lo perturbaba continuamente, pero no se atrevía a abrir los ojos para averiguar qué era.
- Cosquillas en la nariz - sintió una leve picazón y suavemente sopló el pétalo del árbol de durazno que había caído sobre su nariz, pero al respirar, este se mete por un orificio nasal, provocando un estornudo que hace que salga volando. - Por fin, paz interior.
No muy lejos de la ruina flotante, que emanaba una gran calma, se encontraba otra parte del plano espiritual, envuelta en una aura fúnebre y teñida de tonos verdosos fríos. A medida que una figura misteriosa con capa avanzaba, los cálidos colores característicos del plano espiritual se volvían cada vez más helados.
De repente, una espada verde atada a una cadena se aproximaba a una gran velocidad a la tortuga de galápagos.
- ¿Y ahora qué? - dijo el maestro Oogway con un toque de molestia, mientras atrapaba con ambas manos la espada de jade que se dirigía a su pecho, con los ojos aún cerrados. Luego, levantó la mirada lentamente y vio que otra espada se acercaba. La tortuga tomó su bastón de jade, golpeó la espada encadenada que sostenía y la lanzó hacia la otra que caía desde las alturas, en un movimiento elegante.
Las dos espadas encadenadas chocaron en pleno vuelo mientras Oogway salía de su posición de meditación y posesionaba una postura de combate.
- Kai, viejo amigo.
Aunque en el otro plano del reino espiritual no se distinguía con claridad la figura que emergía, Oogway con solo percibir un poco de su chi, sabía de quién se trataba. Las espadas que habían atacado de manera inesperada al maestro regresaron a las manos de su dueño.
A medida que se acercaba a la cumbre de la isla, se quitó la capa de color verde olivo que ocultaba su rostro y cuerpo, revelando a un imponente bisonte lanudo de Mongolia. Llevaba un casco que sobresalía de su enorme cornamenta deformada, su melena era larga y rebelde, y vestía un taparrabos de cuero hecho jirones.
- Han pasado siglos - inhaló de manera profunda, haciendo que su exhalación saliera como un leve humo por sus fosas nasales. - ¿Y todavía tienes el descaro de llamarme amigo, maestro Oogway?
La tortuga quedó en silencio, contemplando las palabras de su antiguo amigo. No le respondió, en cambio evadió la pregunta y dijo: - ¿A qué se debe tú presencia? Nuestra batalla terminó hace quinientos años.
-Pensé que era obvio. He venido listo para una revancha - expresó sonriente, mirando sus afiladas y relucientes espadas de jade antes de volver la mirada a la tortuga.
- ¡Ya te habías tardado! - rio.
- ¡Maldito! - gruñó con frustración y desesperación. El enorme bisonte lanudo se lanzó contra Oogway, desenvainando sus espadas de jade. Mientras avanzaba con ambas espadas, una enorme ruina de piedra se interpuso en su camino. Con un grito de batalla, Kai usó sus espadas encadenadas para cortarla y hacerla trizas.
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Kung Fu Panda 3: El flujo de la vida
RomanceEl malvado Kai, confinado en el reino de los espíritus desde hace 500 años, consigue arrebatarle el chi al maestro Oogway, lo que le permite regresar al reino terrenal. Po deberá hacer frente a dos desafíos barbaros: el primero, de origen sobrenatur...