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Advertencia: Un poco de +18






















"¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!"

Sopla las velas en un abrir y cerrar de ojos, la estela de humo se eleva en el aire y se desvanece con el fulgor y los constantes jadeos de las personas a su alrededor. Levanta su cabeza hasta estar erguida y se une al cofania de aplausos y felicitaciones que abundan en su departamento.

Era su cumpleaños número veintinueve

"¡Feliz cumpleaños Checo! Ya estás cerca de la tumba, cabrón", la dura palma de su primo Carlos cae directamente sobre su espalda, sacándo le el aire del pecho y haciendo que trastabille cerca del pastel frente a él.

Casi se mancha de la crema dulce y el chistoso no se ve arrepentido en lo absoluto.

"Pendejo." Murmura. "Gracias por tus deseos y la esperanza de vida, no sabes cuánto me hacía falta.

"Para qué es la familia."

La respuesta la acompaña con un guiño de su ojo derecho y una sonrisa llena de burla, Carlos siempre fue del tipo que picaba las costillas y hacía chistes de las desgracias ajenas, era uno de sus primos favoritos y al que más amaba. Pero a veces llegaba a ser insoportable y todo una maldita perra.

"Ya vete a embriagar con Charles." Lo empuja ligeramente.

"Cómo diga el patrón."

Su primo se aleja para encontrarse con su actual novio, dejando a Sergio completamente solo con su pastel. Verlo solo hace que se de cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, un abrir y cerrar de ojos inesperado. Ya tenía veintinueve años.

Se sentía demasiado viejo.

Su familia y amigos lo acompañan en su fiesta de cumpleaños, era sorprendente que en un departamento de "soltero" pudieran caber tantas personas. La terraza como la sala estaba atiborrada de gente, la música se escuchaba en todas partes, lo que probablemente los vecinos del último piso y de otras cuadras también pueden hacerlo. La mesa de su comedor estaba repleta de comida, de cualquier tipo de botana o aperitivo que se le antojara a sus invitados; en su cocina había dos hieleras llenas de alcohol y refresco, imposible de cerrar, que se iban vaciando y recargando cada vez que una botella se acababa.

La cereza de todo esa fiesta era el pastel de durazno y vainilla, decorado con una estúpida imagen de Don Cangrejo, todo viejo y arrugado, grandiosa idea de su compañero de trabajo, Daniel Ricciardo.

"¡Mordida! ¡Mordida! ¡Mordida!" Todos gritaban a su alrededor, Sergio los complació con una pequeña mordida en una de las esquinas del postre, pero no fue suficiente para sus dos hermanos mayores, quienes lo empujaron de lleno.

"¡Pendejos!"

"¡Feliz cumpleaños Chequito!"

El ambiente era simplemente agradable.

"Me las van a pagar, par de pendejos." Dice Sergio mientras se limpia con las manos la crema que tiene sobre la nariz.

Paola únicamente se ríe, la muy perra le encantaba hacerlo sufrir. "Relájate mamá, ten." Sergio le arrebata la servilleta de la mano y se quita todo el pastel de la cara, tiene un ligero ceño fruncido debajo de tanta crema, pero su sonrisa no desaparece.

"Gracias."

"Para qué están los hermanos."

"Si no mal no recuerdo, fuiste tú quién me hizo pasar un mes entero creyendo que vivía el coco debajo de mi cama, Paola."

La alfa rueda los ojos. "Ay, por favor Checo. Supéralo"

"Superame está."

"Qué corriente saliste, Chequito. ¿Quién te enseñó a hablar así?" Bromea su hermano Antonio.

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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