CAPITULO SIETE

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Chiara

La siguiente noche es la fiesta de cumpleaños de Violeta, y yo llegue tarde. Todo el día y a todos lados no pude llegar a tiempo. Parecía que no podía fix my shit; mi mente estaba disociando de regreso a Julieta.

Desde que Violeta preguntó por ella, muchos malos sentimientos volvieron a mí. No es agradable recordar una época en la que era absolutamente patética. Me hace sentir pequeña, vulnerable y un poco enferma. Creo que había bloqueado la mayor parte de eso.

Salto del autobús y corro por las calles lluviosas de Barcelona, esquivando a viejos borrachos y a chicos de catorce años que atraviesas charcos de agua, hasta que llegó a nuestra gastada puerta principal.

La música ya está sonando. La gente me saluda mientras me deslizo entre la multitud, pero solo hay una persona con la que quiero encontrarme. Mi piel está hormigueando por ella.

Cuando veo a Violeta de pie junto a la mesa de bebidas, todo en mí se detiene. Ella se ve increíble. Ni siquiera podría fantasear con algo tan hermoso como ella.

Todos aquí están vestidos con ropa elástica, ceñida y sexy. Sin embargo, Violeta no, tiene un vestido rosado, con una falda de tul que sale desde su cintura y flota hacia sus rodillas. Mientras se mueve, puedo ver la silueta curva de sus muslos a través de la tela. Ella brilla bajos las parpadeantes luces amarillas y blancas, su piel se refleja, como si estuviera brillando.

Está a espaldas a mí, así que me acerco sigilosamente hacia ella y envuelvo mis brazos alrededor de ella desde su espalda. La pelirroja chilla de sorpresa.

— Hola — le digo directamente al oído — I miss you

— Nos vimos ayer — responde la estudiante de periodismo.

Pongo mis manos en su cintura y la giro para que ella me mire. Ahora estoy lo suficientemente cerca como para ver que sus labios están perfectamente delineados en un color granate, sus brazos y pecho están cubiertos con un brillo corporal reluciente. Mi interior simplemente se derrite al verla.

God. Te pareces un poco a una princesa, Isabel — tocó su falda — Eres una bailarina —

— Mi nombre es Violeta, Kiki — se ríe suavemente — ¿Sabes eso, no? —

— Rosetta — respiro profundamente — ¿Cómo te ves así? — paso mis dedos por los destellos de sus brazos y clavícula, ella cierra los ojos y separa sus labios — You're like a fairy or a Christmas ornament... Podría ponerte encima de un árbol —

Violeta pone los ojos en blanco y abre la boca, pero antes de que pueda decir algo, alguien que estaba borracho la golpea por detrás. Ella se tambalea, casi cae, pero la alcance a agarrar por la cintura. Sus caderas se presionan contra las mías. La pelirroja me mira, se lame los labios y se aferra a la parte delantera de mi chaqueta de cuero.

La muevo al ritmo de la música.

— ¿Disfrutando de la fiesta? — hace una mueca.

Me río ante la acción. Esta no es la fiesta de Violeta Hódar en absoluto, pero nuestra roomie usaría cualquier excusa para emborracharse. Apoyo mi frente en ella.

— ¿Quieres ver el regalo que te compre? Creo que será mejor que te lo muestre en privado —

— ¿Por qué? ¿Es un orgasmo? — pregunta.

— No es sólo uno. Son muchos, muchos orgasmos. Pero no de mí —

La de Motril frunce el ceño cuando pongo mi mano en la parte baja de su espalda y comienzo a guiarla entre la multitud.

Private LessonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora