[HIATUS] ¡¿Y MI FAMILIA?! | Guapoduo/Cellboier

Capitulo 7

«Narrador»

“Padre, ¿por qué nos convertiste en esto?”
Quizá fue la pregunta sin respuesta más duradera para los 3 hermanos. Nunca entendieron por qué lo hizo en primer lugar, pero a regañadientes tuvieron que aceptarse con el pasar de los años y la tonta idea del "poder".

¿Cuál poder? Nussa se lo preguntó muchas veces también, hasta que vio de lo que un híbrido era capaz. Era el claro ejemplo de Gabriela, una niña delgada y que no tendría mucho futuro, de no ser porque los genes caninos predominaron y se volvió una adulta casi invencible. Trabajar como rescatista no era cosa sencilla, menos para una mujer.
Y Gabriela lo hacía ver demasiado sencillo.
Entonces pensó, que alguien con unos genes superiores sería por completo invencible. ¿Y qué mejor que alguien pequeño para ser criado bajo su mandato y siguiera totalmente sus órdenes? Tal como hizo su padre, Nussa quiso superar las expectativas de los científicos, ir más allá, ir por algo imposible.

Elena fue su cómplice con la loca idea de viajar a Japón, dejándose llevar por relatos donde se hablaba la existencia de dragones y estudios que lo "confirmaban".
Nussa podía apostar a que todo era verdad y podía hacerlo.
Así que durante meses iban desde laboratorios a museos, recopilando información y pruebas "inéditas" de ellos, aunque la mayoría resultaban ser estafas por dinero pero jamás se rindieron.
Esa corazonada de que darían en el blanco nunca se esfumó.

Y un día llegaron a la casa de un viejo monje que decía conocer todo sobre la historia del imperio japonés e idolatraba a una deidad llamada Ryūjin. Un dragón supremo, defensor de los mares y capaz de convertirse en humano. Les mostró pinturas en su templo, arte en cerámica y Nussa no se veía convencido. Era la información más cercana a lo que buscaba y que tenía al momento tratándose de dragones, pero el aspecto del tal Ryūjin no le convencía del todo.
Eso hasta que el monje le mostró una enorme piedra de cuarzo cristalina, y en su interior parecía tener un pedazo de cola y restos de escamas. Nussa permanecía en silencio examinando la pieza y Elena rompió el silencio.

–Si no te convence, podemos mejorarlo.

Elena tenía razón, ellos contaban con la tecnología y demasiado dinero para hacer lo que se les apetecía.
Compraron la piedra por una enorme cantidad de dinero y se fueron de ahí, para días después llegar a su laboratorio y poner manos a la obra.

El resultado exitoso tomó demasiados meses, y años más tarde tendría a su primer gran grupo de experimentos para entrenar.
El proyecto Dragón recién comenzaba.

Al ser demasiados niños acostumbrándose a la nueva vida, requerían de mucha guardia. A este punto ya se estaba involucrando el hermano menor por ser el capitán de las fuerzas especiales.
Rubén era demasiado curioso pero no obtuvo muchas respuestas, solo órdenes de cuidar a esos niños como si se tratara de su propia vida si quería seguir en el negocio y no enfadar a su padre.
Así que se crearon ciertas reglas, las cuales eran:
1. No entrar al "área de juegos" ni dormitorios sin permiso.
2. Ninguna palabra o seña dirigida a los niños.
3. No interferir en su dieta o educación.
4. Notificar cualquier emergencia.

Él no entendía por qué tanto misterio, pero no iba a cuestionar a sus hermanos en voz alta. No hasta confirmar sus sospechas, pues creía firmemente que esos niños estaban pasando su mismo infierno. Que los estaban entrenando para algo grande, aunque quisieran pintárselo al personal como una obra caritativa.
Su primer sospecha era que su hermana se refería a los niños como "pacientes", era ella quien cuidaba la salud y crecimiento de ellos. Y cualquier dato relevante se lo decía al mayor de los hermanos con códigos y palabras que era incapaz de entender. Nussa se ahorraba las palabras y solo asentía, pero el castaño juraría haberlo escuchado decir alguna vez "mascotas" a esos pobres niños.

O todos en esa empresa sabían menos él, o eran tan ciegos para notarlo. Todos quizá se hacían de la vista gorda, nadie cuestionada nada respecto al proyecto, y eso le hacía hervir más la sangre.
“Debo salvarlos”, pensó. Pero no podría hacerlo solo, debía buscar a alguien en quién confiar para sacar a esos niños. Y ya sabía quién.

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–Alexby, no tienes que hacer esto.

Rubén a este punto ya se estaba rindiendo. Aunque fuera líder de un grupo enorme de agentes, no se veía capaz de desobeder a sus hermanos. Por más correctas y buenas que fueran sus intenciones, tenía miedo de los gemelos. Y qué decir de su padre.

–Tranquilo, hombre. Decidí perder mi empleo a dejar que esos locos arruinen la vida de estos niños. –Su agente, Alexby, tomó entre sus brazos a un pequeño que aún dormía profundamente. Rubén llevaba otro.

Habían logrado desactivar alarmas del interior, las suficientes para entrar a los dormitorios y llevarse a los niños por un atajo en el plantel. Pero al ser un grupo grande, 11 pequeños para ser exactos, tendrían que hacer algunas vueltas más. Debía admitir que estaba sorprendido porque por tanto movimiento esos niños no despertaban, parecían estar inconscientes.
Sin embargo, el plan fue interrumpido cuando se activó una ruidosa alarma del exterior, indicando que había movimiento no autorizado en el sector principal. Ese enorme patio de entrenamiento que lo rodeaba un muro pero que era el más cercano al exterior.

–¡Al menos saquemos a este par!

Ambos jadeaban. De pronto escapar les parecía imposible, pero entonces Alexby gritó en voz alta que le dejara al otro niño y regresara a la base para evitar que lo descubrieran.
No, no. Esto estaba mal. Rubén estaba inmóvil, hasta que escuchó a lo lejos algunos disparos. No quería pero era necesario regresar.

–Escucha, yo fui el traidor. Me llevaré a estos niños lejos y todos sabrán la mierda que planean. –Alexby fijó su mirada en la torre de vigilancia. Solo debía subir ésta y saltar para escapar de una vez.– Encárgate de borrar lo necesario de las cámaras.

–P-Pero...Alexby, yo..

-¡Vete y haz tu trabajo! ¡Tú no viste nada!

Y con una fuerza increíble, Alexby corrió hacia la salida, llevándose solo a dos de los once pequeños.

–¡Te esperaré afuera con los otros niños!