En un rincón de aquel lugar donde los dulces rayos del sol no llegaban, una joven se revolvía de dolor. Para su buena o mala suerte, casi nunca pasaba nadie por allí. Ni una sola alma que fuera a ayudarla... o quizás a terminar de rematarla.
Soltó otro quejido; llevaba un buen rato así: sin fuerzas, sintiendo la impotencia devorarla viva. No sabía si era su pesimismo o la falta de sangre en su organismo, pero casi podía imaginar la afilada y amenazante guadaña de la parca acariciándole suavemente el cuello, pensando cuál sería la mejor manera de cortárselo para llevársela.
Apretó aún más sus manos contra su costado, haciéndose bola en el piso cuando el dolor incrementó por la presión. Mancharse las manos de sangre le resultaba asqueroso, pero había dejado de darle importancia hace ya unos minutos. Aún sabiendo su destino, se aferraba a la vida como si fuera algo bonito, bello, hermoso... siendo esta todo lo contrario.
Cerró los ojos y ni siquiera se animó a abrirlos cuando escuchó pisadas. Automáticamente, el pitido en sus oídos que llevaba un rato escuchando aumentó, mas no tanto como para impedirle escuchar la conversación de las personas que ahora la observaban.
―Oye, Levi... ¿No vamos a hacer nada?― Una dulce chica preguntó, ligeramente afectada por la imagen frente a ella. El mencionado, que iba a pasar de largo, se detuvo ante su pregunta.
―Isabel, mírala bien.― Sin un ápice de lástima en el rostro, lanzó un vistazo rápido a la rubia tirada en el piso.― Es prácticamente un cadáver. No vale la pena.― El de cabellos azabache lanzó una mirada a la otra persona presente, un chico rubio. Al parecer, este entendió la indirecta al instante, rodeando a la chica con un brazo para seguir avanzando.
Sin embargo, esta vez fue el de mirada impasible quien se quedó quieto, observando a lo que él acababa de llamar cadáver mientras los demás se alejaban del callejón. Chasqueó su lengua con molestia, y lo siguiente que la joven moribunda escuchó fue algo cayendo al piso, seguido de pasos alejándose.
Se permitió soltar otro jadeo de dolor, sintiéndose sin suficientes fuerzas para abrir los ojos. Curiosa, y a su vez ligeramente asustada, empezó a palpar el suelo en busca de lo que aquel muchacho había dejado caer. En cuanto sintió la suave tela de unas vendas, pudo abrir los ojos de golpe.
A estas alturas, aquello parecía inútil, tan inútil como pensaba hace unos segundos que era intentar levantarse, y aún así lo hizo. Tal vez, y solo tal vez, aquellas vendas le permitirían saborear lo horrible que era la vida por un poco más de tiempo.
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MEMORIES || Levi Ackerman
Fiksi PenggemarTras estar toda su vida encerrada en la ciudad subterránea, Ivette consigue salir de allí, ahora pensando cuál sería su nuevo objetivo. Era una chica ambiciosa, quería más, no le bastaba con haber salido de la ciudad... Quería salir de los muros. L...