Iba regresando de la Universidad.
Sí, de ese espacio tan grande que alberga a muchas personas y aún así me sentía completamente sola.
Fingía alegría al estar rodeada de conocidos.
Fingía entretenimiento.
Fingía estar de acuerdo con lo que decían o hacían.
Fingía que me gustaba estar ahí.
Fingir es la forma más fácil de escapar de cualquier problema: puedes fingir que nada te duele, y todos contentos. Pero el asunto es que todos están contentos excepto tú.
¿Hasta qué punto te quieres a ti mismo como para que evitar problemas con los demás sea más importante que tu felicidad?
Creo que nada, a menos que tu felicidad consista en evitar problemas.
Mientras estaba sentada en el autobús iba leyendo un ejemplar de bolsillo de una novela futurista que, según todos mis conocidos, era bastante buena y de culto a pesar de ser popular entre las jovencitas de secundaria.
No era para nada aburrida, de hecho, era una de las novelas más entretenidas y absorbentes que había leído en toda mi juventud, sin embargo, había momentos en los que la lectura se volvía hueca, carente de sentido, como si las palabras no tuviesen peso alguno y simplemente flotaran dentro de tu cabeza, rebotando entre sí y las meninges de tu cerebro.
El momento de levantarme del asiento y bajarme del autobús se acercaba. Perezosa me levanté del asiento lentamente, sin cerrar la novela que leía, mirando a través de la ventana más cercana, mirando con detenimiento las copas de los árboles pequeños que se erguían sobre el camellón que dividía los dos sentidos de la avenida, notando que una chica de cabello rosado profundo cruzaba la calle sin mirar... directo hacia el autobús en el que iba.
No reaccioné a tiempo, pero quise avisar que el autobús estaba a punto de arrollar a esa chica de cabello extravagante y antes de que el sonido llegase a mi garganta, el autobús se detuvo en mi parada habitual y no había nada de chica de cabello rosado.
-Señorita, ¿no piensa bajar?
¿Quién soy?
¿A quién está llamando ese hombre?
¿Dónde estoy?
Abro los ojos de par en par gracias al sonido que produce mi ejemplar de bolsillo al caer al piso del autobús. Todo mundo posa sus ojos sobre mí.
Me siento avergonzada.
-¡Lo siento!, Gracias...
Salí de prisa del autobús y retomé mi camino habitual hacia casa. Atravesé el habitual parque. Saludé como de costumbre a la adorable anciana del único departamento del primer piso antes de empezar a subir las escaleras, sacar mis llaves y entrar a mi pequeño apartamento de estudiante de universidad que viene de otra ciudad.
Vi de reojo el escritorio y de frente el mullido sofá, así que pensé que no sería una idea tan mala tenderme a leer el resto del ejemplar de bolsillo de la novela que leía y así lo hice.
Universos paralelos, triángulos amorosos que nadie se atreve a confesar, una tragedia amorosa que termina de modo irónico...
-Entiendo porqué es tan popular entre las jovencitas de secundaria...
Me leí la corta novela casi de un tirón. En cuanto la terminé, aún recostada en mi mullido sofá, me estiré un poco y miré al techo, fijando mi vista en una pequeña mancha producto de la humedad del verano.
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Una sonrisa para mí
Teen FictionEsta historia relata cómo la vida de Mavi, una universitaria común, cambia de repente al involucrarse con Vyshnia, una chica muy extraña quien le enseña una manera distinta de vivir la vida, de percibir el mundo y amar a otra persona.