Napoleón

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— ¿Guardias nocturnas?

La petición parece ser un mal chiste porque Tulita carcajea mientras niega y susurra: "yo quiero un aumento". El asilo, que en realidad lleva por nombre Instituto Geriátrico "Dra. Donatella Cassán", es el hogar permanente de al menos 20 personas. Algunos años la tasa incrementa y algunas otras veces, bueno.

— Me temo que todas están cubiertas.

— ¿Y qué hay de este fin de mes? Alexander esta de vacaciones, y no hay quien lo cubra.

— El rol ya esta hecho — ni siquiera se toma la molestia de mirarla directamente a la cara, solo continua mirando la vitrina frente a ella — ¿Quién fue el responsable de hacer el inventario ayer?

— Mirabel — responde — Mira, ya sé que el rol esta hecho, pero, tal vez pueda haber un ligero cambio.

Enfatiza la penúltima palabra.

— ¡Esa niña! — la mujer ignora el comentario mientras frota su sien muy molesta — Ha confundido nuevamente la prótesis dental de dos residentes.

Hace dos días de la cita con la ginecóloga. Y, aunque la decisión no estaba tomada aún. Ambas acordaron tomar un poco de tiempo, incluso sin haber puesto una fecha aún, esperaban mantenerlo bajo control al menos hasta la doceava semana.

Fue así que terminó en una farmacia, a las 8 p.m., preguntando por el precio del ácido fólico, hierro, y otras vitaminas prenatales de las cuales jamás había escuchado en su vida, y hubiera deseado nunca hacerlo al escuchar la exorbitante cantidad.

No se hubiera asustado, y lo más probable es que lo hubiera ignorado, de no ser porque había agendado otra cita con la ginecóloga. Poco a poco cayó en cuenta de la poca estabilidad económica en la que se estaba envolviendo.

— Ve al pabellón de los abuelitos, pregúntale a Jaime y Rubén si tuvieron algún problema para comer.

— Claro, pero en cuanto a mi petición....

— El rol ya esta hecho Isabel, entiende de una vez y ve a trabajar.

Qué es una suave traducción de "no molestes".

Una vez — hace algunos meses — durante una de esas cenas en casa de la familia de Renata. Su amiga cuestiono su decisión de trabajar en un asilo.

— Eso es deprimente, supongo que tienen buenas anécdotas pero, ¿no te da tristeza?

Los primeros meses fueron terribles, y es que aún era capaz de recordar el dolor agudo en la parte inferior de su espalda al momento de levantarse o girar en la cama, pero eso nunca se comparó con el nudo en su garganta que continuamente se formaba cada que conversaba con ellos.

Tristeza es una palabra básica, que si pudiera tener un color muy probablemente sería el gris, como los días nublados acompañados de un viento que te congela hasta los huesos. Fue cerca de la última semana de septiembre, cuando presencio la "bienvenida" de una nueva residente.

La entrada principal contaba con algunos globos y pequeñas serpentinas colgando de un lado a otro, mientras el personal se paraba en fila frente a la puerta.

Todos se presentaron, dijeron su nombre y su ocupación, algunos sonrieron, otros simplemente fingieron hacerlo. En menos de cinco minutos, ya estaban en la que sería la nueva habitación. Una recamara pequeña — sin el suficiente espacio para una silla de ruedas — con dos muebles a cada lado del colchón y un armario pequeñito.

Nadie decía nada. Era un silencio que rozaba la incomodidad y desesperación. Sentía los ojos de aquella mujer mientras la seguía de un lado a otro. Fue tanta la molestia que por un momento deseo picarle los ojos — en su defensa muchos de los residentes sufrían "síndrome del ojo seco" —.

JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora