taylor tiene una canción para esto.
Gonzalo está tirado en su sillón, tratando de ignorar el objeto que se carga en la otra esquina de la habitación, está tratando de obviar el hecho de que se está muriendo de ganas de marcar un número en específico.
Es diciembre, más específicamente diez de diciembre, y el día anterior se cumplieron dos años de esa gran final. Se acordó de él, como se acuerda cada vez que entra al predio sin su mejor amigo cargoseándolo, abrazándolo, y tomando sus mates como solía ser hace un año atrás.
Es muy consiente de que él está bien, más que bien, porque es lo más obvio del mundo. Está en el Bayer Leverkusen, un club de Alemania, cumpliendo su sueño de algún día jugar en europa. Además, sigue con Yesica aunque sus papás no la quieren, y tiene un director técnico que lo valora casi tanto como el Muñeco.Él no va a volver, no va a dejar su señora.
Suena en la televisión, y el se ríe sabiendo que es su momento de cornuda de la semana, y también al saber que el hombre en el que él piensa, Exequiel, seguramente está sentado en su departamento, mirando hacia afuera, admirando la ciudad por el ventanal enorme que tiene en la sala y tiene un par de velas prendidas porque, según él, crean un ambiente más tranquilo, y con mucha suerte (la que le estaría faltando al lateral) estaría pensando en él. Porque Gonzalo podría apostar que, a veces, Exequiel piensa en él.
Mientras suena la princesita en su departamento, él saca de la cómoda la libreta que se compró hace un par de meses. Gonzalo realmente intentó ir a terapia, pero se había acostumbrado a sistematizar tanto sus emociones, y racionalizarlas tanto, que en las sesiones él solo escuchaba cosas que ya había deducido por su cuenta, por lo que se decidió a escribir sus pensamientos cada vez que lo invadiera algún sentimiento que necesitase descargar de su sistema.
Empezó a escribir en esa página, la catorce, con un «Probablemente Taylor tenga una canción para esto»
Y él mismo se rió de ese inicio.
Cada párrafo gritaba Exequiel, sin haber tenido la necesidad de hacer uso de su nombre en alguna parte de esas hojas.
Mientras escribe, su mirada se desvía hacia la esquina de la sala. No puede evitar querer llamarlo, escuchar su voz un ratito y que le diga cualquier cosa. Ya sea uno de sus chistes malos, o sus análisis de fútbol, el simple hecho de escuchar de su boca un « Cachete » y saber que está hablando de él.
A los tres cuartos del texto, Gonzalo le confiesa a esa hoja que él pone todo de sí para no llamarlo, que es complicado, que le duele un montón, pero que sabe muy bien que las cosas están mejor así.
Las cosas están mejor así porque eran un lío juntos, porque eran un caos constante. Porque Marcelo se quejaba de que llegaban tarde a los entrenamientos, porque Lucas se enojaba porque le vivían cancelando los planes, porque Palacios tenía una novia (más bien tuvo varias), porque si a Exequiel lo buscaban del Real Madrid era una oportunidad única para dar el salto al fútbol europeo, porque se jugaban una reputación, porque eran jugadores de fútbol, porque eran dos hombres.
A Gonzalo le costaba tanto no textear con él, no poder mandarle un mensaje sabiendo que su fantasía recurrente era correr hacia sus brazos, y quedarse ahí por siempre.
Y le gustaría tanto que Exequiel supiera que cada vez que no lo llama, quiso hacerlo, lo intentó, y lo deseó con todas sus fuerzas.
Porque Gonzalo también podría apostar que el tucumano piensa que él lo superó, o que lo odia, porque cada vez que él le envía un mensaje, ya sea hasta deseándole feliz cumpleaños o preguntándole cómo está, él no le contesta.Gonzalo podría apostar también que a Exequiel nunca se le ocurriría que él no puede contestarle los mensajes porque no puede arriesgarse a recibir otro « Chau, cache » o un « Me llamaron de Alemania » , porque Montiel ya no está para soportar otra despedida.
Volviendo a esas hojas, Gonzalo no puede admitir que en sus sueños Exequiel le acaricia el rostro, pasea sus dedos sobre sus tatuajes y lo hace sonreír cuando besa sus mejillas, y es muy poco capaz de reconocer que en esos mismos sueños, el menor le pregunta si le gustaría intentarlo una vez más.
Todas las apuestas que Gonzalo haría se refieren a Exequiel, porque lo conoce tanto como si fueran una sola persona.
Porque cuando él dice que Exequiel está sentado en su departamento, con un par de velas prendidas y mirando hacia la ciudad por su ventanal mientras piensa en él, Montiel tiene razón.
Es un escenario recurrente del que Yesica está cansada, y del que Exequiel no se cansaría nunca porque Gonzalo se convirtió en su anhelo más grande, en su amor prohibido, y sí, capaz si está un poco obsesionado con el espacio que hay entre ellos, pero si lo hace es porque lo ama.
Exequiel está enamorado de él, y le escribe muy de vez en cuando aunque nunca recibe una respuesta. A él le encantaría que Gonzalo conteste.
Y es obvio también, que Gonzalo apostaría que Exequiel piensa que lo odia o que lo superó, porque es exactamente lo que el tucumano piensa.
« Yo nunca lo podría odiar » piensa el de Gonzalez Catán, porque cuando el Real Madrid estaba interesado en Exequiel; él solo podía felicitarlo, porque cuando Sol Pérez salió a decir que él tenía las llaves de su casa y todos lo felicitaban y molestaban en el vestuario; Gonzalo atinaba a reír también, porque cuando le llegó la llamada definitiva de su representante avisando del acuerdo con el club alemán, y Exequiel le dijo que se iría a Europa con Yesica; él lo felicitó, le sonrió, y le dijo lo orgulloso que estaba de él.
Gonzalo no lo iba a odiar nunca, habían pasado tantas cosas entre ellos, en su camino juntos, que ya no había ningún pero que lo hiciera dudar del amor que le tenía.— I almost do, ese era el tema de Taylor. — dice en la soledad de su departamento.
——————————
n/a: hola muchachas!! ya sé q no es martiel, pero no sabía donde publicarlo y opté por este libro de os que probablemente se convierta en un libro de os martiel + exe y todas sus variedades por así decirlo jjjajsj
ojalá q les haya gustado 🤍