𒆜𝚃𝚘𝚛𝚝𝚞𝚛𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚊𝚕𝚊𝚜𒆜

Tortura con alas

Sobre una cama espaciosa.

Tendido boca abajo, con sus alas doradas extendidas perezosamente, miraba sin pensar demasiado a través del cristal de la ventana hacia esa tierra flotante en el lejano cielo rojo.

A su lado, el rey del infierno peinaba cuidadosamente sus alas con un cepillo suave. Lo hacía de manera un poco firme pero muy meticulosa, y él disfrutaba de ello sin pensar en nada en particular.

Hoy estaba de muy buen humor, y la habitación se llenaba con el tarareo de su melodiosa voz.

Le gustaba mucho este momento.

¿Cuándo empezó todo esto?

...Ah, sí. Todo comenzó cuando yo, en mi estupidez, decidí cuidar de sus alas desordenadas y sucias, incapaz de mantenerlas en buen estado por su depresión. Admiraba esas alas de tres pares, tan brillantes como el cielo azul. Ahora estaban completamente teñidas de rojo infernal, pero aún me irritaba verlas sucias y descuidadas. Quería que siguieran siendo nobles y hermosas.

Recuerdo lo divertido que era quitar las plumas viejas y las vainas con solo pasar la mano ligeramente. Desde entonces, me ordenaba regularmente que le acicalara las alas, lo cual al principio encontraba molesto, pero si él no lo hacía, realmente se veían desaliñadas. Un día, por alguna extraña razón, decidió devolverme el favor y empezó a peinarme las alas.

Al principio, me aterrorizaba, temiendo que me arrancara una pluma en cualquier momento.

...Pero después de que nuestros sentimientos se hicieron mutuos, esto se convirtió en una forma de expresión de afecto.

Realmente, uno nunca sabe lo que puede suceder en la vida.

Sentir que tocan mis alas es como si tocaran mis brazos o piernas. No es algo especialmente placentero, solo se siente que están siendo tocadas. Cepillarlas es agradable, pero no hay ni una pizca de sensualidad en ello.

Es obvio. ¿Cómo podría ser posible sentir placer en otra parte que no sean los genitales?

"...¿Ah sí? Entonces, ¿quieres decir que el ano y los pezones son genitales?"

"¡No me jodas! ¡Es culpa tuya que se sientan así por tu manera pervertida de tocarlos!"

"Me sorprende. Así que admites que sientes placer."

"¡...Hmph!"

Justo cuando estaba de buen humor, me hizo esa pregunta innecesaria como si hubiera leído mi mente, arruinándome el ánimo.

"¿Leíste mi mente?"

"No. Lo dijiste en voz alta. Pensé que me hablabas a mí, pero eran solo pensamientos en voz alta... También me gustan tus alas. Incluso cuando no tenías nada en la espalda."

"¿Desde cuándo estabas escuchando? ¡Ah, maldición!... Oye, olvídalo, ¿quieres?"

"Eso es imposible."

Me dio una palmadita en la espalda, indicándome que me volteara. Cambié de posición para ofrecerle la otra ala.

La sensación del cepillo deslizándose era agradable, y extendí el ala inconscientemente.

"Por cierto, Adam. Es difícil creer que no sientas placer en tus alas, considerando lo mucho que disfrutaste ayer."

"¿Yo? ¿Disfrutando que me toquen las alas? Eso es imposible. Mira, ni ahora lo estoy."

"Es inconsciente para ti... Ah, sí. Oye, ¿por qué no probamos algo?"

"¿Qué? ¿Qué es lo que piensas...?"