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Cuando Ivan salió del ascensor, escuchó un ruido de cristales rotos. El décimo piso de VIC Enterprises se había convertido en una zona de guerra personal para Alfonso Herrera después de que su becaria Anahí Puente se despidiera. Tras contratarla para trabajar con él durante el verano, su relación laboral se había transformado rápidamente en un idilio sexual, y su obsesión por ella iba en aumento.

Gracias a la rapidez con que la que ella asimilaba sus proyectos, resultó indispensable para conseguir un acuerdo con dos autoridades portuarias de la costa este. Pero cuando se despidió, desapareció del mapa, y si no hubiera sido por una de sus amigas, no tendría ni la más remota idea de dónde estaba.

Había pasado un mes y Alfonso no había podido dejar el trabajo para ir al rancho de su familia. Cuanto más esperaba, más irritado se mostraba. Había sido imposible tratar con él durante la última semana.

Sonriendo a Laurel y Susan al pasar por la recepción, Ivan suspiró. Ser el jefe de seguridad no significaba tener que calmar al director todos los días. Se alegraba de ser bastante corpulento, aunque prefería no tener que vérselas con su jefe. Conocido por su mal genio y su conducta dominante, a Alfonso no le gustaba ser dominado físicamente.

Apresurando el paso y relajando los hombros, Ivan entró en la oficina de Alfonso y cerró la puerta. Vio cómo su jefe tiraba al suelo de un manotazo todo lo que había sobre el escritorio.

-Buenas tardes, jefe. No vendría mal decorar el despacho, pero las formas se han vuelto un poco... ¿cómo decirlo?... estrepitosas. Se te oye tres pisos más abajo, y la gente se está empezando a asustar.

Con un suspiro, Alfonso se frotó el rostro y le miró. No había dormido desde que Anahí se fue. No contestaba sus llamadas y estaba desesperado por hablar con ella y explicarle todo. Cuando ella llamó, fue su ex-mujer, o quien estaba a punto de serlo, la que contestó el teléfono. Estaban celebrando su divorcio. Como jamás se imaginó que se enamoraría de otra mujer, solo se habían separado para que Nadia pudiera seguir cobrando beneficios, pero desde que Anahí empezó a trabajar con él, supo que tenía que hacer las cosas bien. Pero no tuvo oportunidad de decírselo, y ahora ella se había ido.

-No le estás haciendo un favor a nadie. ¿Por qué no vas al rancho de sus padres y le dices lo que sientes?.
-No me puedo ir ahora. Hay mucho que hacer.
-Claro que puedes. Tienes empleados muy capaces que pueden llevar el negocio cuando tú no estás. Ya no es un equipo de un solo hombre. ¡Delega y lárgate antes de que empieces a perder al personal!
Asintiendo con la cabeza:
-Tienes razón. Como siempre.

Levantándose, se dirigió a la puerta con Ivan pisándole los talones. Al pasar por la recepción, le dijo a Laurel que iba a ausentarse durante unos días. Y con un esbozo de sonrisa, se disculpó por el desorden de la oficina. Ivan se metió al ascensor con él.

-¿Me estás siguiendo?
Encogiéndose de hombros, Ivan se apoyó contra la pared.
-Te podría recordar que mi oficina está en la planta baja. O... podría ser sincero y decirte que te estoy escoltando hasta el coche para evitar daños mayores. Tú eliges.
Soltando una risotada, Alfonso se metió las manos en los bolsillos mientras esperaba que el ascensor se detuviera.
-De acuerdo, amigo.

*****

Al salir del aparcamiento, Alfonso pensó en dirigirse inmediatamente a la autopista, ya que había memorizado la ruta para llegar al rancho de los Puente. Pero necesitaba ropa. Tras una parada rápida para meter unas cuantas cosas en una bolsa y dar instrucciones a su empleada doméstica, estaba de vuelta en la carretera en menos de una hora. El viaje le iba a llevar unas cuatro horas y esperaba llegar por la tarde.

Pensó en la deseable jovencita de la que se había encaprichado en tan poco tiempo. Era tan inteligente como apasionada, y con su precioso cabello rubio y sus apetecibles curvas, no se la podía quitar de la mente. Debería haber hecho caso a Ivan cuando la contrató, y colocarla en el departamento de marketing, pero en el poco tiempo que habían trabajado juntos, había demostrado ser un importante activo tanto en lo profesional como en lo personal.

La Amante Inocente Del Millonario | Anahí y Alfonso Herrera | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora