Los Mallard viajan al Amazonas

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Mientras tanto, en el cielo sobre el Mar Caribe, la familia Mallard, junto con el tío Dan, vuela hacia su próxima aventura en la selva amazónica.

Gwen: (Inquieta) ¿Mami, cuánto falta?

Pam: (Sonríe) Unas horas, pequeña. No te estreses.

Tío Dan: (Curioso) ¿Y qué tan lejos está esa selva?

Mack: (Responde) Solo son unas 11 horas de vuelo.

Dax: (Exclama) ¿11 horas?

Mack: (Sonríe) Ninguno de ustedes se quejó cuando vinimos hasta Jamaica, y ahora se quejan de que vamos a Brasil.

Gwen: (Preocupada) Pero, papi, está lejos del estanque, ese lugar...

Mack: (Tranquiliza) No se angustien, mis pequeños patitos.

Dax: (Curioso) ¿Y qué tan salvaje es el Amazonas?

Pam: (Apoya la pregunta) Dax tiene razón, amor. ¿Qué tan salvaje es?

Mack: (Entusiasta) Super salvaje. Hay animales peligrosos.

Gwen: (Con miedo) ¡Ay, qué miedo!

Tío Dan: (Comenta) Eso no suena nada salvaje, no como la garza loca que nos quería comer.

Mack: (Aclara) No nos quería comer, solo protegió a Dax y Gwen de un pescado.

Mientras continúan sobrevolando el Mar Caribe, el tío Dan comparte una historia fascinante con la familia Mallard.

Tío Dan: Saben, escuché que, en Brasil, los humanos protegieron a una gran parvada de guacamayos azules. Antes, había un guacamayo azul llamado Blue. Conoció a otra guacamaya azul llamada Perla, y poco después, tuvieron una familia. Tres hijos: Carla, Bia y Tiago. Al principio, Blue no sabía volar. Pero después de un tiempo, aprendió.

Mack: (Intrigado) ¿Blue no sabía volar? ¿Cómo es posible si es un ave?

Pam: (Sorprendida) Sí, ¿cómo es eso?

Dax y Gwen: (Expresan sorpresa) ¡¿Blue no sabía volar?!

Tío Dan: (Sonríe) Esa pareja de guacamayos azules no solo salvó a su especie, sino que también protegieron a muchas aves en Río de Janeiro de traficantes de aves. Blue aprendió a volar durante el famoso carnaval de Río.

El tío Dan continúa narrando la historia

Tío Dan: Durante ese carnaval, varias aves fueron secuestradas, incluida la pareja de Blue y Perla. Cuando una cacatúa loca los atacó, Blue se las ingenió para enganchar un extintor a la pata de la cacatúa, haciéndola salir expulsada del avión y ser alcanzada por una hélice, quedando casi sin plumas.

Dax: ¿Y Perla? ¿Qué le pasó?

Tío Dan: (Explica) Perla tenía el ala rota.

Gwen: (Expresa tristeza) ¡Qué triste! ¿Y qué pasó después?

Tío Dan: Perla, sin poder volar por su herida, cayó del avión. Blue se dejó caer para rescatarla. Al ver lo que hizo Blue, Perla, conmovida, lo beso mientras caían. En ese momento, Blue se dio cuenta de que el amor que sentía por Perla era más grande que su miedo a volar. Perla, al besarlo, le dio la motivación para abrir sus alas, sintiendo el latido de su corazón y logrando volar, salvando la vida de ambos.

El tío Dan concluye la historia.

Tío Dan: Y tres años después, descubrieron que había más como ellos en el Amazonas.

Pam: (Romántica) ¡Qué romántico! Ojalá Mack, hiciera lo mismo por mí.

Mack: (Sarcástico) Mira que, si te escucho, ¿eh?

En el cielo sobre el Mar Caribe, después de la sorprendente historia del tío Dan, Pam sonríe y se acerca a Mack.

Pam: (Sonríe) Jeje, ¿sabes que te amo mucho, verdad?

Mack: (Sonríe de vuelta) Lo sé. (Le da un beso)

Mientras tanto, los pingüinos, un poco confundidos, preguntan sobre su destino.

Pingüino 1: Oigan, ¿a dónde vamos?

Dax: A Brasil.

Pingüino 2: ¿Cómo que a Brasil?

Mack: (Explica) Hay unos guacamayos azules, y queremos conocerlos con nuestra familia. ¿No quieren acompañarnos?

Pingüino 1: (De mala manera) ¿A Brasil?

Pingüino 2: (Resignado) Bueno, está bien.

Mack: (Confundido) Oye tío Dan ¿Cómo sabes esa historia?

Tío Dan: Pues cuándo era joven fui a Río de Janeiro e hice amigos que eran varios guacamayos de varios colores, ellos me contaron una vez que fui a Río de Janeiro para saludarlos

Dax: Orales tío que genial.

Pam: (Sonríe) Jeje eso es genial tío Dan.

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