un problema algo grave

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Yo: Espero que les guste este capítulo y no se olviden de comentar, ya que sus comentarios me alegran el día y me hacen querer seguir con es.
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Abbie despertó después de un rato, notando que se había quedado dormido en un sillón. Se incorporó lentamente, aún un poco aturdido.

Abbie: Qué sueño más extraño... –dijo, rascándose la cabeza– En ese sueño, Miss Thavel dijo que era mi madre...

Desde la cocina, la mencionada apareció con una botella que parecía estar llena de jugo.

Miss Thavel: Parece que ya despertaste –comentó, entregándole la botella–. Bebe algo, seguro debes estar sediento.

Abbie: G-gracias... –respondió Abbie, un poco temeroso, mientras agarraba la botella. Le quitó la tapa y comenzó a beber–. ¿U-usted es mi m-madre de verdad?

Miss Thavel: Así es –dijo, sentándose al lado de Abbie–. Oye, ¿te sientes bien?

Abbie: ¿Sí? ¿Por qué lo pregunta?

Miss Thavel: Porque tu maduración ya debería estar volviendo a su velocidad normal, y deberían comenzar a salirte tus cuernos.

Abbie: ¿Qué cuernos? –preguntó, sin notar que unos pequeños cuernos comenzaban a salir de su cabeza.

Miss Thavel: Esos cuernos –dijo, sacando un espejo y entregándoselo a Abbie.

Al verse en el espejo, Abbie se asustó al notar los pequeños cuernos que habían aparecido en su cabeza.

Miss Thavel: No te asustes, eso es normal. Ya estás creciendo y volviéndote un joven adulto.

Abbie: P-pero... si solo tengo 15 años...

Miss Thavel: ¿Y qué? Los wendigos ya somos adultos a partir de los 13 años –respondió con seriedad–. Nosotros maduramos rápidamente hasta la etapa adulta, y luego nuestro crecimiento se hace más lento.

Abbie: ¿O-o sea que ya no iré a la escuela?

Miss Thavel: Claro que irás, seguirás yendo a la escuela hasta que te gradúes... necesitas un buen trabajo, mocoso –dijo, dándole una palmada en la cabeza–. Así que prepárate, seguirás yendo a la escuela...

Abbie: O-okay... –respondió, aún con algo de miedo.

Abbie se levantó y fue al baño para cambiarse. Se puso la ropa que siempre usaba para ir a la escuela y, después de vestirse, salió del baño, donde Miss Thavel lo observaba con atención.

Miss Thavel: Bien, solo relájate un rato. Aún falta bastante para que tengas que ir a la escuela.

Aunque Miss Thavel no había mostrado ninguna intención de atacarlo, Abbie seguía teniendo miedo. Decidió hablar para calmar un poco los nervios que sentía.

Abbie: ¿C-cómo conociste a mi papá?

Miss Thavel: Bueno, pues... –dijo, sentándose al lado de Abbie–. Cuando era solo una joven wendigo adulta, escapé de mi hogar. Mis padres eran simplemente insoportables, personas muy poco tolerantes, digamos. Después de escapar, caminé sin rumbo fijo durante días, hasta que lo vi. Tu padre era alguien muy amable, pero también tímido, como tú. Liam tenía una dulzura que me encantó. Una cosa llevó a la otra, y aquí estás tú.

Abbie: Es una historia bastante bonita, la verdad –dijo Abbie, esbozando una sonrisa.

Miss Thavel: Ja, heredaste su adorable sonrisa –dijo, apretando los cachetes de Abbie– Al menos heredaste mi color de pelo y ojos.

El crecimiento de un wendigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora