VIII

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Capitulo Ocho.

   EL MUCHACHO extendía sus manos, ampliando sus palmas cada vez que sentía el poder expandirse entre estas, mientras una cálida sensación, como si de un cosquilleo se tratase, invadía el centro

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   EL MUCHACHO extendía sus manos, ampliando sus palmas cada vez que sentía el poder expandirse entre estas, mientras una cálida sensación, como si de un cosquilleo se tratase, invadía el centro.
  Con una mirada seria y preocupada observaba como el metamorfo recostado sobre la cama gritaba con fuerza debido al dolor que sentía en su interior, moviéndose con angustia entre las cobijas a pesar de que le habían dicho que se mantuviera quieto.

— Tranquilo, pronto acabará — apaciguó el Elfo.

—¡Pues, yo no veo que eso suceda!— exclamó el lobo con dificultad.

— Ya deja de moverte, solo haces que todo empeore.

—¡Cómo quieres que no lo haga s...— de repente un fuerte alarido escapó de su boca.

  Jacob Black comenzaba a replantearse el por qué decidió participar de esa pelea.
  Sentía un abrumante dolor recorriendo todo su cuerpo, y le resultaba mucho peor mantener la compostura al sentir como sus costillas parecían regenerarse en segundos y acomodarse en su caja torácica.
  Le era inevitable escupir gritos de sufrimiento, que salían de su boca sin ningún pavor.

  El joven Elfino cerraba sus ojos con suavidad, concentrándose en el cuerpo del metamorfo y en las heridas por las que éste había pasado.
  Pronto abrió sus ojos cuando se sintió seguro de estar llevando bien a cabo su trabajo, y como si de una respuesta segura y concisa se tratara, observó como aquel adolescente era cubierto por una gruesa capa de brillo dorado, que iba extendiéndose hasta llegar a sus pies.
  Con la satisfacción cruzando su rostro, escuchó como los alaridos de aquel ser se calmaban, dejando que solo fugaces suspiros salieran de su boca.

  En un rápido movimiento, cruzó sus manos ( las cuales antes estaban extendidas y separadas), haciendo que aquella capa semitransparente que cubría al hombre desaparezca en un milicegundo.

— Ya estás curado— informó — Ahora debes descansar, necesitas recuperar fuerzas.

  El Elfo sabía que de igual forma que había curado las heridas de aquel animal, también le había dado estabilidad para incluso pararse aunque sea solo por unos minutos, pero igualmente aquel metamorfo debía de descansar si quería levantarse al día siguiente y poder sentirse como antes de la batalla.

— Per...— intentó decir Jacob.

— No.— negó Henry, como si hubiera anticipado lo que iba a decir aquel hombre lobo — No podrás hacer nada más además de quedarte recostado sobre tu cama, y ni siquiera pienses en transformarte, eso solo empeorará las cosas— rápidamente, el Elfo comenzó a caminar hacia la puerta de la habitación de Jacob.

— Gracias— dijo éste con dificultad.

  Henry se limitó a asentir con la cabeza, para luego reanudar sus pasos y salir a paso ligero de la residencia Black.
  Al llegar a la fachada del hogar, se topó con los compañeros metamorfos del herido, además del padre de éste, quién lo miraba esperando una respuesta.

°THE BOY IS MINE°   ||   Edward Cullen. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora