- ¡Suéltame puta loca! –gritaba Morgan atado a la silla.
- No me hables así cariño. Entiendo tu frustración, pero tampoco hay que faltar al respeto. Además, ahora te voy a complacer muy bien, así que... –dijo Julia.
- No te acerques a mí. –dijo secamente Morgan.
Pero Julia hizo caso omiso a Morgan, se colocó a cuatro patas y comenzó a gatear cuál bebé hacia él. Cuando llegó a Morgan le bajó la cremallera del pantalón y se los quitó. Julia acariciaba las piernas musculosas de Morgan mientras lo besaba y el pene de Morgan comenzaba a aumentar su tamaño y a endurecerse, aunque él no quería. A continuación le quitó la camisa, dejando a ver un torso duro, con los pectorales y abdominales algo marcados. Morgan se encontraba en bóxer, con el paquete muy marcado tras los besos y caricias de Julia. Julia bajó su cabeza y comenzó a besar y a morder el miembro duro de Morgan por encima de los bóxer. Mientras, Morgan suplicaba para que parase:
- Por favor para, me estoy poniendo malo... Pff... –susurraba Morgan mientras su respiración se aceleraba y el bulto de sus calzoncillos comenzaba a palpitar, deseando de que fuese sacado de aquella cárcel de tela.
- Si lo estás deseando mi amor. –le dijo Julia mientras le quitaba los bóxer y dejaba a la vista un gran miembro que miraba recto hacia el techo. –Mmmm... Está juguetona la grandota esta eh Morgan...
Inmediatamente Julia se metió en la boca el gran miembro de Morgan, pero cuando llevaba la mitad comenzaron a darle arcadas. Se lo sacó rápido dejándolo impregnado de su saliva. Optó por lamer el glande, que palpitaba como un órgano interno. Lo lamía sin parar, cuando se cansó, se volvió a meter todo el miembro en la boca (o al menos hasta donde podía). Lo sacaba, lo metía, lo sacaba, lo metía, así sucesivamente y muy rápido.
- Oh... Dios... Joder... Oooooh... ¡Ah! –gemía Morgan.
- ¿Te gusta? –preguntó Julia.
- ¡¡¡Me voy a correeeeeeeeeoooooohhh!!!
El semen salpicó en la cara de Julia, que saboreaba lo que caía alrededor de sus labios. A continuación se sentó encima del pene de Morgan, que ya había bajado su hinchazón al haberse descargado. Ambos comenzaron a mirarse, ambos pensaban muchas cosas, hasta que Julia rompió el silencio:
- Mientras más te miro, más atractivo me pareces. Me encanta esta relación sadomasoquista que tenemos, follando amarrados...
- Bueno, ya hemos acabado de follar, ahora puedes soltarme, ¿no?Julia se levantó del regazo de Morgan y empezó a desamarrarlo para sorpresa de este que se quedó asombrado.
De repente la puerta de la habitación se abrió. Era Tony, que viendo a Julia llena de semen y a Morgan desnudo se disculpó y volvió a cerrar. Morgan se vistió y salió tras él, cerrando la puerta con llave.
- Tony, esta chavala está muy mal de la cabeza.
- Pues tú bien que te la tiras una vez tras otra.
- Me ha violado tío, me golpeó y me amarró y luego me violó, ahora le pedí que me soltase y lo ha hecho, me ha soltado, pero hay que dársela a sus padres ya, me va a volver loco la hija de puta esta. Pero por otra parte, siento algo, algo raro cuando follamos. Es algo estupendo... Estoy un poco confuso, pero lo mejor es quitármela de en medio y ya está... –dijo Morgan preocupado.
- Era lo planeado, entregarla hoy a las 22:00. –dijo Tony perplejo.
- ¿Podéis entregarla vosotros? Yo tengo que hacer un recado muy importante. –contestó Morgan.
- Claro.
Morgan no tenía ningún recado, fue a visitar a su madre.
- ¡Hijo! Llevabas meses sin venir, ¿cómo te encuentras? ¿Vienes a por dinero?
- No mamá. Necesito ayuda. –dijo Morgan con semblante serio.
- ¿Has vuelto a consumir? ¿Necesitas ingresarte de nuevo en el centro de rehabilitación?
- No. He vuelto a caer en mi adicción al sexo.
- Pero hijo, cuando te recuperaste te dejaron claro que mantuvieses sexo normal. Ni juguetes ni fetiches ni sadomasoquismos, nada. Sexo normal. ¿Qué has hecho para caer?
Morgan no podía decirle que había practicado sexo salvaje amarrado a una silla, o en el suelo de un zulo con una chica a la que tenía secuestrada, así que optó por decirle lo que más se semejaba a ello:
- Sadomasoquismo mamá.
De repente comienza a sonar el teléfono de Morgan. Era Tony. Los habían arrestado al soltar a Julia, a él, a Steve y a David, y este último quería chivarse de que Morgan era el jefe de todo. Morgan corría peligro y se le puso la cara blanca al escuchar esto y maldijo sin parar a aquel puto mudo, que siempre hablaba para joder.
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Síndrome de Estocolmo
RomanceMorgan, un macarra de 20 años, se dedica junto a su banda de poca monta a secuestrar niñas ricas para luego pedir un rescate. El problema viene cuando secuestran a Julia, una adolescente un poco desequilibrada que se enamorará perdidamente de Morga...