No eres malo...

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Julia se despertó horas más tarde, amarrada a la silla y con un gran dolor de cuello. Comenzó a mirar a su alrededor. Estaba confusa y perdida, no sabía dónde se encontraba ni porqué.

- ¡SOCORRO! ¡AYUDAAA! –gritó Julia.

Morgan y su banda abrieron la puerta y entraron a aquella habitación sombría, a la cual solo entraba un poco de luz por un ventanuco que tenía.

- Te has despertado, ya era hora. –le dijo Morgan.

- Ay... ¿Por qué me has hecho esto? –dijo apenada Julia.

- Nos dedicamos a esto. Secuestramos a niñatas como tú y les pedimos un rescate a sus padres.

- No es muy inteligente por vuestra parte no utilizar máscara, o pasamontañas... O sea, no es inteligente por vuestra parte no ocultar vuestra cara. –les dijo Julia vacilante.

- Tampoco es inteligente por tu parte vacilarnos, estás en nuestras manos, podemos hacer contigo lo que nos dé la gana. –concluyó Morgan y salieron de la habitación.

Tras varias horas Steve, el degenerado, entró solo a la habitación y comenzó a hablarle a Julia.

- Así que 16 años eh...

- Sí, ¿por qué?

- Por nada... No estés a la defensiva, linda. La adolescencia es una etapa donde las hormonas están revolucionadas, ¿cómo están las tuyas? –dijo Steve adentrando en temas sexuales.

- ¿Perdona? –se asombró Julia.

- ¿Con cuántos chicos has estado?

- No tengo por qué decirte nada, déjame. –empezó a asustarse Julia.

Steve se acercó a ella y comenzó a olerle el pelo, luego el cuello, la cara... Mientras que Julia permanecía quieta, con el corazón a mil por hora, inundada en pánico. Cuando Steve empezó a besarla y a meterle la mano en sus shorts, Julia comenzó a gritar:

- ¡Déjame puto salido! ¡Socorro!

De repente entró Morgan a la habitación y cuando vio aquella escena se abalanzó sobre Steve y le propició varios puñetazos, dejándole la cara ensangrentada mientras le gritaba:

- ¡Joder Steve, joder, siempre la misma historia, mira lo que me obligas a hacer, joder!

Steve se levantó y se fue de la habitación con resignación y cabizbajo y Morgan se quedó sentado en el suelo, con las manos en la cabeza.

- Gracias... –susurró Julia mientras dos lagrimones recorrían sus mejillas.

No obtuvo respuesta de Morgan y volvió a hablar:

- Tú no eres malo... Tú eres bueno. Podrías dedicarte a otra cosa, esto no merece la pena, un día te encerrarán. Eres muy guapo, podrías ser modelo. Siempre que te he visto por la calle me he quedado embobada, me pareces un hombre muy atractivo. Cuando fuiste a hablarme tras el instituto parecía que vivía un sueño, aunque luego se me rompió el alma cuando me secuestrasteis.

Morgan volvió a quedarse callado, se levantó y salió de la habitación. Salió a la calle y allí estaban sus tres colegas.

- ¿No le vas a contestar a la niñatita? Está loquita por ti... jajajaja –dijo Tony en tono burlón.

- Llevo mucho tiempo sin sexo. Si me quedo ahí dentro podría pasar algo de lo que me podría arrepentir, y no soy un depravado sexual como Steve. –dijo seriamente Morgan.

Pasaban los días y las ansias de los padres crecían. A las 2 semanas de secuestrada enviaron una carta a sus padres, poniendo las condiciones y pidiendo el rescate. Era el procedimiento habitual, y en una semana Julia estaría con sus padres. Mientras tanto, ella cumplía su cautiverio feliz. Feliz de tener a Morgan a su lado. Cada día que pasaba, lo único que Julia hacía era preguntar por Morgan, ya que él no entraba nunca a la habitación para evitar cualquier tensión sexual. Pero el encuentro entre ambos se produciría tarde o temprano y sucedería lo inevitable, ¿o no?

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¡Hola! En este capítulo, Julia expresa tímidamente sus sentimientos hacia Morgan, que crecen cuando éste la salva del depravado de Steve. El próximo capítulo será muy intenso, y creedme, intenso, intenso... Pero dar una pista sería contar lo principal, así que solo tenéis que esperar un poquito.

Síndrome de EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora