Pedro Pablo estaba a punto de tomar un vuelo que lo llevaría a su hogar aquel que hace años no pisaba, hablaba todos los días con su mamá y con su familia, sin embargo la boda de su hermano Salomón con su misteriosa novia, sería en una semana y aprovechando que estaba de vacaciones iría unos días antes del evento para poner al día a su familia sobre su vida y platicar en persona luego de mucho tiempo.
–Pasajeros del vuelo con destino a Ciudad de México abordar por el pasillo 10–
El pintor luego de unas horas de viaje llegó a su destino, su hermano lo pasaría a recoger igual iría su mamá ya luego vería al resto de su familia, a lo lejos pudo visualizar a Mireya con un cartel en las manos, sonrió y se acercó a ellos, arrastraba su única maleta no llevó tantas cosas en realidad ya que su estadía no sería muy larga debía regresar a cursar su último año de universidad a Madrid.
–Mi niño, no puedo creer que ya estés aquí, te extrañamos un montón mi pepa– mireya se acercó a abrazar a su hijo y Salomón habló.
–Si carnalito, me alegro que estés aquí, prometo que pronto conocerás a mi galita y te caerá de 10–
Los tres estaban camino a iztapalapa cuando Mireya comentó algo que descolocó un poco a Pedro Pablo.
–Oye mijo, a que no sabes, te metí a unas clasesitas de baile, ya sabes para que puedas mover ese cuerpecito en el bodorrio de tu hermano–
–No manches, Mamá yo sé bailar no las necesito, además quiero pasar todo el tiempo posible con ustedes–
– No seas aguado, hazlo por mí, tu hermano va a estar bailando con su futura esposa y yo lo haré contigo y quiero que seamos los mejores–
–Solo por ti, luego me dices bien donde y cuando son–
Al día siguiente Pedro Pablo ya se encontraba en el salón donde tomaría esas dichosas clases, gracias a su mamá tendría que ir todos los días antes de la boda a practicar.
La clase comenzó tranquila, la maestra les mostraba pasos básicos y los demás lo repetían, eso fue en la primera parte por que luego, se les pidió que escogieran una pareja para practicar lo visto en la clase, siempre había sido un poco introvertido así que solo se quedó mirando tratando de elegir a una buena opción, cuando sintió unos toquecitos en su hombro izquierdo.
–Hey, veo que aún no tienes con quien practicar, ¿Te gustaría hacerlo conmigo?– la respiración del joven se cortó al ver a aquel chico, era alto, rubio y con lentes enmarcando sus preciosos ojos, claro que quería que fuera su pareja, literalmente sería un honor– ¿Entonces, me concedes este baile?
– Lo lamento, me quede meditando un momento, pero sí bailemos juntos–
Carajo nunca pensó que conocería al chico más guapo en unas clases de baile cortesía de su mamá, creo que en vez de seguirse quejando tendría que agradecerle.
–Soy Pedro Pablo por cierto–
–Y yo Bosco–
Durante toda la semana ambos continuaron yendo a esas clases y también se quedaron como pareja para cada una, mientras practicaban pudieron conocer un poco más del otro, Bosco supo del amor por el arte de Pedro pablo, también el pintor le contó que sólo había venido por la boda de su hermano pero que en realidad él vivía fuera del país por el momento, también supo que su postre favorito era el pay de limón, su fruta favorita era la fresa y que amaba pintar en los atardeceres; por otro lado Pepa se enteró que Bosco también iba a aprender a bailar para una boda, que su mayor pasión era el esgrima y el rubio le presumió un poco mucho sobre sus victorias y lejos de parecer egocéntrico o algo así le pareció tierno, supo que de adolescente era bastante rebelde pero que solo era un caparazón ocultando su dolor y muchas otras cosas más, hoy era el último día que ambos se verían en esas clases, y cualquiera de los dos daría lo que fuera por tener el valor de invitar al otro a tomar un café o algo, querían conocerse más.