Extra 2

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Pasado: 1 mes antes de la pelea en Shinjuku.

Satoru se acercó a Shoko antes de que empezara otra más de las reuniones en las que Yuji no podía participar por su vínculo tan estrecho con Sukuna. Lo irritaba mucho pensar que fuera necesaria tanta planificación para una supuesta derrota de su parte, pero no podía alegar una victoria al cien por ciento. Pensaba que vencería en Shibuya y no fue así, de modo que todo preparativo era poco.

Utahime se había sentido mal toda esa mañana: él había sostenido su cabello mientras todo el desayuno se iba por el retrete, la nauseas la dejan tan débil y cansada que cuando sucedía de esa forma no se levantaba de la cama. Se sentía culpable de dejarla sola, pero ella no planeaba tenerlo de cuidador cuando deberes más importantes lo esperaban. La dejó en la cama de la habitación hecha bolita abrazando una almohada. No pudo quejarse completamente, antes de irse y dejarle un beso en la mejilla mientras ella lidiaba con sus sentidos dando vueltas, su novia sostuvo su mano y lo miró entre las sábanas blancas con unos ojos esperanzados y felices en medio de todo ese malestar: “nuestro hijo …”. No terminó la frase porque sus mejillas se sonrojaban. Su pequeño hacia todo esfuerzo por manifestar que estaba allí, recordándole a Satoru que Utahime no tenía una simple enfermedad o un malestar de invierno: tenía que dejarle un lugar pacífico donde poder nacer.

Se acercó a Shoko antes de la reunión e hizo un esfuerzo por no sonar tímido:

-Shoko, necesito contarte algo.

Shoko no estaba fumando esta vez, tenía el paquete de cigarrillos en el salón así que Kusakabe le había regalado uno de sus caramelos. Para ella era genial porque tenía un sabor medio ácido pero dulce a la vez. Sostuvo el caramelo por el palillo de plástico y se lo sacó de la boca para poder responder a Satoru:

-Me vas a contar que te estas costando con mi mejor amiga y que la dejaste embarazada… ¿eso es novedad?

Satoru se sonrojó y su infinito se activó por sorpresa , nadie en la habitación había escuchado nada porque creó un pequeño dominio donde solo estaban ellos dos y no emitían ningún sonido. Aparentemente luego de “Me vas a contar…” lo demás quedo en secreto.

- ¿Cómo?
- ¿Es necesario un domino? Hablemos luego de la reunión por favor, que ya estoy acostumbrada a ser la última que avisas de todo.

Satoru no se pudo concentrar bien mientras Higuruma hablaba. Le llegó un mensaje.

Uta:
Ya me siento mejor. Tomaré tu helado del refri.

Satoru:
Está bien, pero come con cuidado. Te quiero.

Hizo una cara tonta y embelesada, pero recordó donde estaba, guardó el teléfono y cuando miró hacia al lado : Shoko lo estaba observando con un rostro que decía a gritos “Disimula al menos”. Para el resto nada había pasado y si alguien lo había notado sería confundido con su personalidad tonta y narcisista que usaba para encubrir su verdadero ser.

Shoko pudo llegar al salón con Gojo tras ella cogiendo sus cigarrillos como agua en el desierto. Estaban solos.
En ese momento Utahime, en otro lugar, se miraba al espejo y levantaba su blusa de dormir para observar con asombro como con dos meses su vientre comenzaba a abultarse, una pequeña montaña insipiente nacía por encima de sus shorts rosados de dormir. “Shoko me dijo que eso debería pasar dentro de un mes ¿Debería comprar cremas anti estrías?”

Gojo se dejó caer en la silla de la morgue:

-No hagas esa cara Satoru, si te coges a mi mejor amiga al menos me gustaría saber de tu boca.
-Fue muy rápido.
-Tiene dos meses de embarazo.
- ¿Cómo lo sabes?
-Ella me dijo. Fue gracias a mí que sabe que tiene un feto dentro con el cincuenta por ciento de tu ADN.
-Yo…no es como tu crees. Quiero algo serio con ella. Deseo formar una familia.

Nunca en la vida lo oyó diciendo algo similar y quedó medio atónita. Se sonreía para su adentros y pensaba “Utahime , me debes contar  que le hiciste a este hombre: está actuando cada día más tontamente”.

-Estamos en guerra Satoru y sé que esperas que los regañe, pero no voy a hacerlo. Estoy feliz, aunque vivamos en un mundo que se tambalee-tiró las cenizas de esa bocanada.

Satoru se sorprendió bajo sus vendas.

-Ella….
- ¿Te enamoraste?
-No estoy seguro, pero si esto es amor no me quejaría. Es muy bueno.
-Utahime pensaba que era estéril. Por eso es que esto no se pudo evitar.
- ¿Que?
Shoko sonrió.
-Si. Ella se había resignado a no tener hijos. La vi sufrir cuando se enteró que no tendría los suyos propios y resulta que mi amigo se mete en sus calzones y la embaraza.
-Yo no sabía…
-Ella tampoco.
-Puedo sentir su energía maldita, es pequeña pero resistente y muy parecida a la mía.
-Dios, un mundo con dos Satoru será demasiado

Ambos soltaron una carcajada.

-Solo procura ser gentil con ella, no cedas a tus deseos con violencia.
El rojo de sus mejillas hacía lucir su cabello más blanco aún:
-¿Podemos…?
-Si, pero con cuidado.

La cara de Satoru se iluminó luego del sonrojo.

-Disimula esa cara de idiota. ¿Cuántas veces debo decírtelo?
-Perdón. -dijo haciendo un puchero y acomodando en el asiento como sus largas piernas se lo permitían. Casi olvidaba la razón más importante -También quería hablar de otra cosa.
-¿Qué más?
- Necesito saber que si algo me pasa podré contar contigo para que cuides de mi hijo.
-….o tus hijos.
- ¿Qué?
-La forma en que evoluciona Utahime a veces me hace pensar en gemelos o trillizos, así que no sería de sorprenderse.

Satoru imaginó a dos niños con el cabello azulado de Utahime, no podría dejar de abrazarlos de ser el caso. Él no se merecía tanta felicidad, no había hecho lo suficiente para merecer tanta alegría, todavía no le había consentido a su mujer lo suficiente.

-Te dije que disimularas esa cara Satoru. Hasta con máscara se te nota, es increíble.
-Lo estoy intentando. Sería demasiado bueno Shoko. No me atrevo a desear tanto.
-Es solo una posibilidad, pero podría ser solo uno y tratarse de que es un bebé enorme como su padre. De todos modos, Utahime jamás se iba dar cuenta, ella no esperaba un embarazo y pensaba que lo que tenía su abdomen era una indigestión. No lo dudo, pero de esas que terminan volviéndose seres humanos.
-Solo quiero saber que ella podría contar contigo si yo no estoy.
-Obvio, seré yo posiblemente la que saque ese pequeño dolor de estomago de tu mujer y lo acune en su pecho mientras llora ruidosamente. También curaré todas sus heridas que va a terminar haciéndose por jugar imprudentemente cuando sus genes Gojo salgan a flote y lo guiaré como si fuese mi hijo. Ni si quiera tienes que cuestionarlo por un segundo.
-Gracias Shoko.
-Lo mínimo que puedo hacer por mi sobrino. ¿No crees?
“Ahora vendrá ese niño a curar tu soledad Satoru.” pensó ella.
-Serás el más fuerte para ese niño y no tendrá nada que ver con tu infinito.
-Creo que si lo tengo en mis brazos jamás podría soltarle.
-Lo sé. ¿Como está ella?
-La verdad que no muy bien. Se siente mareada todo el rato.
-Es tu hijo pues ¿qué esperabas?
-Ayer me dijo que engordaría y que no sería tan bella como antes: lo más tonto que le he oído decir en mi vida.
-Si, Uta dice esas cosas de vez en cuando. La pobre a veces no es consciente de que es bellísima.
-Es hermosa. -se puso la mano en la barbilla y se recostó más- Saqué mis cálculos y pasará un tiempo antes de que su vientre se empiece anotar demasiado. Deseo verlo, quiero poder verla así y poder abrazarla.

-Serás un padre insoportable…jajaja – sonrío Shoko, ver a su amigo cuidando de otro ser humano era difícil de imaginar - Aunque Utahime con una gran panza de embarazo los va sorprender a todos y saber quién es el padre: más.

-A veces me dan ganas de gritarlo y que me escuchen, solo me contiene que el momento no es el prudente para ello. Prometo avisarte más pronto para mi segundo hijo.

-Más te vale idiota.
Satoru sonrío y se levantó de la silla.
-Tienes que ganar-susurró Shoko mientras se recostaba en la pared justo al lado del armario lleno de instrumentos de cirugía. El hombre esbozó una sonrisa que contrastaba con la seriedad del rostro de la doctora:

-No te preocupes. Yo ganaré.

Ritual de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora