3. Oh, Carlos

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La mañana estaba algo fría, pero cómoda para el holandés, el cual se encontraba acostado en su cama, sin nada que hacer.

No era semana de carrera, por lo que podría descansar un poco, obviamente también tenía que practicar, pero no le daba mucha prioridad a eso.

Se quedó viendo su celular un rato, antes de hacer sus actividades cotidianas. Estuvo revisando Instagram y Twitter (X), para ver que se encontraba que le llamará la atención.

"Daniel Ricciardo podría ocupar el asiento de el piloto mexicano 'Checo Pérez' en Red Bull?"

El título le llamó bastante la atención, pero le era algo ilógico en si. Tal vez su compañero de equipo tenga una que otra mala carrera en la temporada, pero tampoco para quitarle el asiento, y mucho menos dárselo a Daniel, que, aunque es uno de sus mejores amigos, sabía que no se subiría a una monoplaza de Red Bull en un largo tiempo.

Rodó los ojos al leer el artículo un poco más a detalle, le enojaba ver qué no apreciaban el esfuerzo que ponía el mexicano para el equipo. Lo quitó lo antes posible, y siguió viendo sus redes sociales, hasta que recordó algo.

Sonrió embobado, amaba chatear con su compañero de equipo, no importaba que tan pequeña o larga sea su charla, lo único que le interesaba era saber que se tomará el tiempo de contestarle sus mensajes

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Sonrió embobado, amaba chatear con su compañero de equipo, no importaba que tan pequeña o larga sea su charla, lo único que le interesaba era saber que se tomará el tiempo de contestarle sus mensajes.

Apagó su celular y lo apoyó en su pecho, sintió sus mejillas calientes y coloradas, le fascinaba esa sensación tan extraña que la mayoría de veces lo sentía cuando platicaba con el mexicano.

Varios golpes en la puerta lo interrumpieron, gruñó molesto e igual así abrió la puerta.

"Quién carajos viene a moles-", dejó de hablar al ver quién era. "Oh, Carlos...", se había olvidado que organizó una pequeña salida con el español.

"Ya estás listo?", preguntó Carlos entusiasmado.

"Eh, si, espérame poquito", corrió a su habitación y rápidamente saco un conjunto de ropa.

Se arregló un poco el cabello y cerró la puerta con seguro. "Listo!", sonrió algo nervioso.

El español lo miró confundido, "Extraño", pensó.

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