Sólo tenía veinticinco años recién cumplidos y ya se encontraba montado en un tren de camino al pueblo más chico del que le podía mandar.
Un pueblo pequeño en las afueras de la ciudad al cual convenientemente le faltaba un sacerdote.
Tobio desde su adolescencia se había interesado por la vocación eclesiástica, después de una reivindicación, también no había otra cosa que le interesara.
Antes de entrar al seminario había tenido solo un par de novias, nada formal ni serio en lo más mínimo, solo experimentaba, besos casuales y caricias fugaces, pero ninguna chica en ninguna etapa de su vida le había hecho sentir algo significativo.
Sus padres se lo cuestionaron en más de una ocasión, su familia creyente pero heterodoxa creía que cometía un error.
Pero él está conforme con su decisión.
En algún momento del recorrido el paisaje empieza a ser meramente árboles y naturaleza, demostrando el apartado del pueblo.
Cuando por los altavoces del tren avisan de la próxima parada la cual es en donde Tobio se tiene que bajar, Kageyama toma sus cosas; Su maleta que lleva a casa, su abrigo y las dudas que lo acompañan.
Tobio admite que le molesta tener que cambiar de ciudad y abandonar a su familia, pero esto le hacía algo alegre
La felicidad temporal que le regala escuchar el alivio en las confesiones, ver a los feligreses salir aliviados de la misa y el sentimiento de realización que le da ayudar a las personas lo hacen bajar algo motivado del tren.
Un oficial de policía castaño, con rostro amable y sonrisa cálida lo recibe en el andén.
No pasaba de los veintiocho, mantenía ese aire jovial que caracteriza a los veinteañeros, pero, que había abandonado el alma de Kageyama hacía ya tiempo, aunque apenas estuviera entrando en la maravillosa etapa de los veintitantos.
"Debe ser Kageyama Tobio" llegó al uniformado
Kageyama se siente sin mucho ánimo
La ciudad era fría y algo húmeda parecía que no había dejado de llover hacía mucho
"Daichi Sawamura, un placer" hay un presionado de manos "Acompáñeme, voy a darle un recorrido por nuestro modesto pueblo"
Para ser una ciudad chica había muchos lugares, dejando de lado la poca variedad de escuelas de la zona, la ciudad tenía una vida nocturna interesante.
Un gran centro comercial, múltiples cafeterías, zonas recreativas como una pista de hielo, salas de juegos, boliches, discotecas, una biblioteca y...al parecer una zona roja.
Un escalofrío pasó por el cuerpo de Tobio al ver las caras de chicos y chicas jóvenes parados en las esquinas.
"No se asuste señor Kageyama, es un pueblo tranquilo, yo me encargo de eso"
"Si..."
"Y bien dígame algo de usted, el que ha estado hablando todo el recorrido como perico soy yo"
"No me hables como usted, no soy tan mayor"
"Bueno...pero para eso necesito saber su edad"
"Veinticinco"
"¡Carajó!" exclamó el policía el cual acto seguido se tapó la boca, cosa que hizo reír al sacerdote "Lo lamento"
"No pasa nada, soy sacerdote, no maestro"
Una carcajada sincera se escuchó por parte de la policía.
"Que curioso que lo diga, mi esposo es maestro"
Los ojos de Tobio volaron directamente al dedo anular del castaño el cual estaba adornado con una bonita sortija dorada.
"¿Esposo?" Tobio preguntó interesado un poco más en la vida de su posible nuevo amigo.
Kageyama podría ser sacerdote, pero también era joven, él, a diferencia de muchos de sus compañeros en el seminario, predicaba la idea de que la gente homosexual no dejaba de ser hija de Dios y podía ir a la iglesia, escuchar su palabra sin ser. . . . juzgados o excluidos
Puede notarse que el policía se tensa
"Si..."
"¿Cómo se conocieron?"
Kageyama nota que Daichi suspira y siente que se ha aliviado
"Fue en la preparatoria, ambos estábamos en un club de voleibol"
"Yo jugaba también voleibol en la preparatoria"
¿De verdad?
Tobio asiente alegre
"¿En qué posición jugabas?"
"Era armador pero tenía mal carácter así que mis padres me llevaron una vez a un campamento religioso que parecía más un reformatorio y todo fue por una pelea que tuve en la escuela y... bueno, aquí estamos"
"¿Y si nunca hubieras ido a ese campamento?"
"Me hubiera gustado ser jugador profesional... pero tuve algunos otros problemas que no me lo permitieron y ese futuro se me fue escapando de las manos" Kageyama exhaló aire que no sabía que estaba conteniendo
"No pasa nada hombre, nunca es tarde para cumplir tus sueños" el tono triste pero empático del castaño le generó un nudo en el estómago
No le gustaba hablar de lo que pudo ser de su vida si no hubiera hecho lo que hizo
"Supongo que sí, pero estoy feliz con mi vida actualmente"
"Eso es lo que importa"
Charlaron un rato más hasta que aparcaron enfrente de una iglesia
Era un edificio alto y algo gótico, una iglesia muy vieja a simple vista, había una casa a un lado que era donde Kageyama dedujo sería el convento, al menos no estaría solo
"Bueno Tobio, nos vemos cuando vayas al pueblo", le dijo Daichi después de bajar sus maletas.
"Eso espero" vio al policía darse cuenta de la vuelta para entrar de nuevo en su coche "Por cierto, tu esposo y tú están bienvenidos a tomar misa cuando quieran"
El policía se giró y un alegre brillo pasó por los ojos del castaño.
"Ahí estaremos"
La teoría del convento pasó a ser una realidad cuando una mujer joven que no pasaba de los treinta salió de la casita con su hábito de moja.
"Usted debe ser el nuevo padre", dijo ella cuando se acercó.
"Sí, mucho gusto, Kageyama Tobio" extendiendo su mano
"Estoy encantada de presentarme, soy la hermana Susuki Annie"
Kageyama descubrió pronto que no había muchas hermanas en el convento y que hacía mucho tiempo que la iglesia no era relevante en el pueblo, no por falta de creyentes, sino por falta de interés.
Había una hermana ya un tanto mayor que recordaba con nostalgia la época dorada de la iglesia.
Dónde había muchos feligreses y todos los sábados la iglesia se llenaba de confesiones para el domingo comulgar
Y Kageyama se propuso llevar la gloria a su nueva iglesia.
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Que dios nos perdone // kagehina
RomanceUn simple pecador que puede llevar al más recto de los predicadores por el camino de la "perdición"