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Observó con una mirada crítica a las niñas de poco más de doce años que llenaban el salón de ballet. Con sus cabellos recogidos en moños perfectos y sus piernas estiradas en posiciones impecables. Los espejos reflejaban la seriedad en sus rostros infantiles, Yul se preguntó si alguna vez habían reído mientras danzaban, el apenas podía recordar la ultima vez que lo hizo.

—."¡Postura!" —Ordenó con su voz firme, notando la postura imperfecta de algunas.— "Recuerden, el ballet no es solo movimiento, es disciplina. Cada uno de sus pasos debe ser preciso, cada músculo tenso. No hay espacio para errores."

Las niñas asintieron, mejorando su postura, viéndolo con sus ojos grandes y expectantes. Yul no pudo evitar pensar en cómo su rostro debió verse parecido al de estas niñas, cuando el miraba con un rostro joven a su madre mientras está le enseñaba ballet, esperando con fuerza que su hijo siguiera sus pasos al mundo de la danza clásica, terminando muy decepcionada al ver que Yul decidió dedicarse a otro tipo de baile, pero decidiendo conformarse, aunque poco feliz, con la elección de su hijo, aún esperando que los reflectores brillaran sobre su Yul por mucho tiempo, pero después del incidente, las luces brillantes que apuntaban a él se apagaron.

Sacudió la cabeza brevemente, tenía que concentrarse en la clase que estaba dando, no debía distraerse con tonterías del pasado, camino al centro del salón, sus zapatillas de ballet apenas haciendo ruido en el suelo de madera mientras se dedicaba a enseñar, explicar y corregir a estas niñas que parecían soñar en algún día, bailar sobre los mejores escenarios, recibiendo miles de aplausos y siendo alabadas a la luz de los reflectores. Y por lo tanto, ellas esperaban que él fuera quien les ayudara para que pudieran cumplir estas metas algún día.

Las niñas lo miraron con atención, pero nunca a su rostro, aunque el no las culpaba, Yul sintió la responsabilidad de guiarlas. Aunque su corazón había dejando de amar por completo la danza hacia ya mucho tiempo, aquí estaba, enseñando a estas jóvenes promesas el arte clásico.
Viendo en sus ojos jóvenes, la pasión que él ya había perdido.

Yul mantuvo su semblante serio eh indiferente mientras observaba a las niñas abandonar el salón, aunque rápidamente notó como una de ellas seguía en el lugar

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Yul mantuvo su semblante serio eh indiferente mientras observaba a las niñas abandonar el salón, aunque rápidamente notó como una de ellas seguía en el lugar.
Aisha, una jovencita afrodescendiente, en el pasado, cuando estaba en otra academia de danza, a pesar de ser increíblemente talentosa y de esforzarse todo el tiempo para mejorar su técnica al bailar, casi nunca se le daba el reconocimiento o la importancia debido a su ascendencia, esto avanzó al punto en el cual tuvo que cambiar de academia.
Yul podía ver cómo la niña se quedó rezagada, recogiendo sus cosas con una tristeza apenas perceptible en su mirada. Yul se acercó a ella para hablar.

—."Aisha" —Dijo con un tono firme y frio— "Noté que hoy tu productividad fue menor a la de siempre. ¿Ocurre algo?"

Aisha levantó la cabeza para verlo, con aparente temor a recibir un regaño.
—."No, profesor" —Respondió rápidamente— "Prometo que no volverá a ocurrir."

¿Mal Karma? [Campamento Desventura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora