Capítulo 5

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Esa noche, como Ivana se lo esperaba, Evangelina no acudió al bar, aun así, Ivana había deseado verla una vez más, para llevarla a su apartamento y de esa forma volver a sentir los brazos de Evangelina rodear su cintura. Le encantaba la sensación de viajar acompañada de aquella mujer que con su inocente mirada la trastornaba y la hacía imaginarse un romance a su lado.

Echó de menos el caminar con ella en la madrugada en busca de su moto, para llevarla hasta su apartamento, ver cómo se sonrojaba o ponía nerviosa al roce de su cuerpo al bajarse de la moto o bien cuando se despedía. Ivana lanzó un suspiro al aire, se colocó el casco y se fue a casa, esta vez no hubo distracciones.

El lunes, pese al cansancio, la semana de trabajo en el spa inició como siempre para Ivana, con muchas clientas que querían que les masajeara el cuerpo, pero del de ella no había quien se apiadara.

Era la tarde de un jueves, en la que Ivana sentía doler los brazos, ese día en especial habían tenido más clientas de lo habitual y deseaba con todo su cansancio que la jornada terminara. Terminaba de dar un bostezo cuando la puerta de la estancia de donde brindaban masaje se abrió, haciendo que el cansancio el sueño que Ivana sentía se esfumara al ver a la persona que acababa de entrar.

Evangelina entró en compañía de su amiga Nina envuelta en una toalla, la visión que tuvo Ivana de aquella guapa mujer de cabello cobrizo recogido ahora en un moño, dejando al descubierto su delicada piel cremosa para que los ojos verdes se perdieran momentáneamente sobre la piel desnuda.

Ivana no fue la única que se sorprendió, Evangelina también se llevó una grata, pero a la vez incomoda sorpresa, porque se dio cuenta de la forma en que Ivana le recorrió el cuerpo con los ojos. Evangelina nunca se había sentido tan deseada por nadie ni vista de esa forma hasta hora, Mauro la había mirado sí, pero no con el mismo deseo que Ivana, lo que miró en los de él fue solo su libido, algo sexual y nada más. En cambio, lo de la cantante era distinto y en lugar de sentirse incomoda, se mostró segura por primera vez de estar casi denuda ante desconocidas, así fueran mujeres y sobre todo por la presencia de la otra mujer que le gustaba.

No obstante, las miradas que Ivana y Evangelina se dirigieron no pasaron desapercibidas para Nina, quien se dio cuenta que una de las masajistas tenía un gran parecido con la cantante del bar Blueclue, aun así, no estaba segura de que fuera ella, porque en sus brazos no había tatuajes, ni ese maquillaje de mujer seductora, su rostro seguía siendo hermoso y envidiable, pero sin una gota de maquillaje, además de que iba perfectamente peinada con el cabello recogido.

Mientras que Evangelina, ella no tenía ninguna duda de que aquella mujer en el spa era la misma que cantaba y la hacía sentir mil cosas cada vez que la escuchaba cantar, aunque tenía la misma curiosidad que Nina por saber de los tatuajes de Ivana. Pero sin decir mucho más allá que las buenas tardes al par de masajistas, Nina y Evangelina se tumbaron cuidadosamente sobre la cama de masaje. 

―Buenas tardes, mi nombre es Ivana ― se presentó ― y voy a iniciar con el masaje, si hay algo que le incomode o le provoque dolor, siéntase libre de decírmelo.

―De acuerdo ― fue lo único que pudo responder Evangelina.

Evangelina podía sentir la mirada de Ivana quemándola tanto como el sol de la tarde de verano. El silencio en la estancia era tan relajante como abrumador para las dos mujeres que se conocían. Las dos agradecieron que masajista-clienta les tocara juntas

Ivana tomó el aceite, aplicó el necesario en una de sus manos y lo calentó un poco antes de iniciar con el masaje. Iniciaría por los pies, para poco a poco subir por piernas espalda y brazos, para terminar en la cabeza.

Ivana llevó sus manos al pie izquierdo de Evangelina y la sintió tensa, pero imaginó que quizas se debía a la sorpresa de haberse encontrado en el lugar menos esperado, que si bien era cierto que Ivana le había dicho que trabajaba en un spa, no esperó nunca verla allí.

 Pasado algunos minutos, Ivana la sintió relajarse conforme sus manos hacían su trabajo y por primera vez durante toda su jornada, Ivana disfrutaba de tocar los pies de una persona. No es que le diera asco, pero no había comparación en tocar partes del cuerpo de la mujer que le gustaba y le hacía sentir cosas en el estómago cada que la veía.

Pero Evangelina era otra cosa, sus pies eran muy bonitos, ademas de suaves. A Ivana todo en la pediatra la parecía bonito y embrujada por ella, continuó masajeando cuidadosamente cada parte de cuerpo. Al llegar a su espalda, Ivana no pudo evitar que sus ojos se perdieran momentáneamente en aquella zona, ya que era una parte de la anatomía de la mujer que más le gustaba a la cantante. Le fascinaba la manera en que su espina dorsal dibujaba esa bella canal hasta llegar a su baja espalda y para mayor perdición de Ivana, a Evangelina se le hacían dos hoyitos y no pudo evitar que su vista se perdiera muchas veces en esa parte. No obstante, tuvo que dejarla para subir a los hombros, en donde se deleitó acariciando la cálida carne que miró en cuanto Evangelina entró a la sala.

―Espero que te haya gustado el masaje ― se atrevió a susurrarle Ivana a Evangelina antes de abandonar la sala junto con su colega.

Evangelina se estremeció al escuchar la sensual y dulce voz de Ivana junto a su oído, su bajo vientre se calentó de inmediato y se preguntó que se sentiría hacer el amor con Ivana y que le hablara al oído mientras lo hacían.

Ivana abandonó la estancia con todo el cuerpo revolucionado y con la entrepierna palpitando. Aquello nunca le había pasado, pero fue imposible que su cuerpo no reaccionara ante lo que sus manos tocaban o que más bien trato de que aquello no se volvieran caricias y que Evangelina se diera cuenta. Temía que pensara que tocaba a todas las mujeres de la misma manera y eso sí que no era verdad, Ivana tan solo fue así con ella y se odiaba por su poca profesionalidad.

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