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Diecinueve de mayo de dos milveintitrés, Alya Mancuso
La mañana del día siguiente había llegado con un cielo grisáceo que reflejaba mi estado de ánimo. Necesitaba recuperar mis cosas, y para ello, tenía que averiguar dónde vivía ese engreído. La mezcla de agotamiento y frustración que había acumulado durante el día anterior me impulsaba a resolver esta situación de una vez por todas. No tenía más tiempo que perder ya que al mediodía me esperaba un vuelo directo a Madrid.
Decidí que Brahim sería mi mejor opción. Sabía que era amigo de Jude y probablemente conocía su dirección. Así que, después de vestirme y tomar un café rápido, me dirigí hacia al cuarto de Brahim y Luz. Tenía que ser persuasiva.
Al llegar, Brahim abrió la puerta con una sonrisa despreocupada.
— ¿Qué pasa, Alya? ¿Cómo estás? — preguntó.
— Estoy bien, gracias. Pero necesito un favor, Brahim — dije, tratando de mantener la calma —. ¿Sabes dónde vive Jude? Dejé unas bolsas de compras en su coche ayer y necesito recuperarlas.
Brahim me miró con una mezcla de sorpresa y diversión.
— Vaya, no esperaba que fueras tú quien me preguntara esto. Te lo diré si intentas llevarte mejor con él. — Le miré con una ceja enarcada, sabiendo que eso no se iba a cumplir, y él también lo sabía. — Bueno inténtalo al menos, vive en la calle Kaiserstraße, número 15. No está muy lejos de aquí.
Sentí una oleada de gratitud y alivio.
— Gracias, Brahim. Te debo una — dije, esbozando una sonrisa. Ahora solo me faltaba enfrentar a Jude.
Llegué a la casa de Jude con el corazón acelerado. La mansión era lujosa, como esperaba, con una entrada majestuosa y jardines bien cuidados. Toqué el timbre con una mezcla de nervios y determinación, esperando que me abriera la puerta y resolviera de una vez por todas esta situación.
Cuando la puerta se abrió, Jude estaba allí, con su expresión de superioridad habitual, pero esta vez algo en su mirada me hizo sentir que había un desafío latente. Me miró de arriba abajo con una sonrisa que no dejaba lugar a dudas de que se estaba divirtiendo.
