Voto de Manasá

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La vida en las ruinas romanas había sido un período de intenso entrenamiento y transformación para Madonnina. Los años habían pasado y, con cada día que pasaba, el joven se había convertido en un guerrero más formidable y en un ser aún más hermoso. Su habilidad con el Samsara había alcanzado niveles excepcionales, y su belleza seguía siendo una constante fuente de admiración y fascinación para aquellos que lo conocían.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, una figura inusual apareció en el campamento. Era un pequeño hombre anciano, de estatura baja y complexión delgada. Su cabello y barba eran canosos y desordenados, y sus ojos brillaban con una intensidad que parecía esconder secretos profundos. Medusa lo recibió con una sonrisa de reconocimiento, y ambos se dirigieron a un rincón apartado del campamento para hablar en privado.

Madonnina observó desde la distancia, intrigado por la llegada del anciano y la conversación que se desarrollaba. Aunque no podía escuchar claramente, notó la seriedad en los gestos de Medusa y el semblante pensativo del hombre.

El anciano, que se presentó como Adriano, habló con Medusa con un tono grave y lleno de sabiduría. La conversación giraba en torno a un desafío que se avecinaba, uno que marcaría el final del entrenamiento de Madonnina. La atmósfera se cargó de tensión a medida que Adriano explicaba la magnitud del desafío y la preparación final que sería necesaria.

—Medusa, el tiempo ha llegado —dijo Adriano con voz temblorosa pero firme—. Madonnina está cerca de alcanzar su máximo potencial, pero el desafío final es una prueba que debe enfrentar para completar su camino.

Medusa asintió, su expresión era un enigma de emociones contenidas.

—Sé que el desafío no será fácil. Madonnina ha demostrado ser un alumno excepcional, pero aún debe enfrentarse a pruebas que pondrán a prueba su verdadero carácter y habilidades. Estoy lista para ayudarlo a prepararse.

Adriano frunció el ceño, su mirada penetrante fija en Medusa.

—No es solo una prueba de fuerza y habilidad. Este desafío también evaluará su comprensión del Samsara y su capacidad para equilibrar sus emociones y su poder. Debe enfrentar sus miedos más profundos y encontrar la verdadera esencia de su ser.

Medusa tomó una profunda respiración, su mirada se suavizó mientras miraba al anciano.

—Confío en que Madonnina está preparado. Ha pasado años entrenando y enfrentando sus propios desafíos internos. Aunque el camino ha sido arduo, he visto su crecimiento y su determinación. Estoy dispuesta a apoyarlo hasta el final.

Adriano asintió lentamente, su rostro mostrando una mezcla de aprobación y preocupación.

—Muy bien, Medusa. Si crees que él está listo, entonces solo queda esperar el momento adecuado para el desafío. Asegúrate de que esté completamente preparado tanto física como mentalmente. El destino de Madonnina está en juego, y es crucial que enfrente esta prueba con toda su fuerza y coraje.

Con esa advertencia, Adriano se despidió de Medusa y de Madonnina, quien lo observó alejarse con una sensación de inquietud. La noche cayó sobre las ruinas romanas, y el cielo estrellado brillaba con una claridad impresionante. La visión de las estrellas era un recordatorio del vasto universo y del destino que se aproximaba para Madonnina.

Esa misma noche, después de la partida de Adriano, Madonnina y Medusa se sentaron juntos sobre una roca elevada, rodeados por el silencio nocturno y la majestuosidad de las estrellas. La conversación que siguió fue profunda y contemplativa, con ambos compartiendo pensamientos y sentimientos que habían estado acumulándose durante años.

—Nunca imaginé que el final de este viaje llegaría tan pronto —dijo Madonnina, su voz cargada de reflexión y ansiedad—. A veces me pregunto si estoy realmente preparado para enfrentar el desafío que se avecina.

Flor del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora