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Otro lunes comenzaba, y como era costumbre, me levantaba lo más temprano que pudiese para aprovechar el día. En la concentración no me daban mucha flexibilidad, por no decir ninguna, así que debía simplemente disfrutar la que tenía fuera de esta.
Me levanté bastante cansada a pesar de que todos los domingos eran día de descanso, probablemente era porque llevábamos semanas con entrenamientos exigentes. Me preparé la mochila que siempre me llevaba antes de salir de mi cuarto. Fui al baño y al salir estaba lista, solo me faltaba hacerme el desayuno.
En la cocina se encontraba mi hermano mayor. También se despertaba temprano porque tenía que ir a la universidad, pero antes iba al gimnasio y todo el rollo de chico saludable.
— Buenos días. –Saludé pasando por detrás suya y alcanzando la estantería para coger un plato y una taza.
— Buenos días. Te veo muy energética hoy. – Respondió con tono sarcástico, mirando mis ojos. Es verdad que tenía unas ojeras que resaltaban, pero no hacía falta recordármelo, pero, era mi hermano.
— Jaja, muy gracioso, Lucas. No sé ni cómo he sido capaz de levantarme, estoy muerta en vida... – Expliqué mientras me hacía el desayuno a la vez que él. Pocas veces coincidíamos en el desayuno, a lo mejor yo me despertaba antes, o al revés.
— Lo has elegido tú. – Dijo cogiendo su batido de proteína y saliendo de la cocina hacia el salón.
Siempre tan directo y tan sincero. No iba a reprocharle, tenía razón. Esta oportunidad era inigualable y yo fui quién la aceptó, sabiendo lo que llevaba por delante, pero... Quejarse un poco nunca haría daño.
Nos terminamos el desayuno juntos en el salón, pero sin pronunciar ni una palabra más. Ambos estábamos un poco dormidos todavía y si decíamos algo era probable que empezasemos a discutir. Minutos más tarde, mi madre nos llevó a nuestro destino a cada uno; primero a mi hermano, al gimnasio, y por último a mi, a La Masía.
Hacía bastante que estaba dentro, pero cada vez que me despedía de mi madre y entraba, me seguía sorprendiendo como la primera vez. Ver todos los cuadros, trofeos y demás me hacían ganar toda la fuerza que probablemente perdía a lo largo de la semana. Mientras me fundía en mis pensamientos, iba entrando en dirección a las habitaciones, que no quedaban tan lejos. No me había encontrado a nadie de camino y eso era algo extraño, o a lo mejor era demasiado temprano como para que estuviesen aquí.
Me senté en la cama y empecé a deshacer la mochila, guardando la ropa y todo lo demás que había traído, algo que hacía siempre. Me consideraba alguien muy ordenada y demasiado perfeccionista, y a veces esto último jugaba en mi contra.
Me tumbé con el móvil un rato antes de que pasaran por todas las habitaciones y nos lo arrebatasen. Recuerdo como los primeros meses me costó acostumbrarme a esa regla, pero era de lógica, con todo lo que hacía ni siquiera me daba tiempo a estar pendiente del teléfono.
Una hora media después, ya no tenía el móvil. Salí de mi habitación y fui directa a la habitación de mi compañera Adriana. Me abrió en menos de cinco segundos, al parecer estaba igual de aburrida y cansada que yo. Seguramente todas lo estábamos. Adriana Gómez era una chica de pelo liso y pelirrojo, con unas pecas preciosas. Era una de las mejores jugadoras de todas las que estábamos ahí y aún así resaltaba más su personalidad, era un amor de persona.
La mañana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Nosotras íbamos a clases por las mañanas mientras los chicos entrenaban en el campo, y por las tardes cambiábamos. A veces hacían cambios en el horario pero normalmente era así, y le daba las gracias a Dios por separarnos en géneros porque los niños eran inaguantables.
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NARCISSISTIC ➖️ Fermín López
FanfictionEstar concentrado en La Masía era una gran responsabilidad para los deportistas. Pero no podemos olvidar que siguen siendo adolescentes. Emma Fiore pertenecía al grupo femenino de La Masía. Entre sus clases y sus entrenamientos, algo llamaría su ate...