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Me temo que casi había roto el móvil de darle tan fuerte para apagar la alarma. Me pesaba todo el cuerpo y eso que no tenía resaca porque no había bebido, pero acostarme tan tarde obviamente iba a tener consecuencias. Y aún no había llegado lo peor. Me estaba estirando y al tragar saliva, sentí un malestar en mi garganta. ¿Lo peor de todo? Que Fermín tenía razón, no debería haberme quedado ahí arriba con la brisa tan cortante que hacía.

Me levanté a duras penas y me puse el primer chándal que vi al abrir el armario, igual con la camiseta. Los sábados entrenabamos ambos grupos por la tarde solo que a diferentes horas, y no teníamos clase ni por la mañana ni por la tarde. Así que nos despertabamos un poco más tarde y lo primero que hacíamos era bajar a desayunar tranquilamente... Y bueno, a mi me tocaba disimular y rezar para que se me fuese ese picor de garganta.

Una vez en el comedor, todas hablábamos con palabras clave de la fiesta. Incluso Clara tenía bastante buena cara después de lo que había pasado anoche. Ana y Denna se sentaron juntas en la mesa, e Irene no paraba de mirar a la mesa de los chicos que teníamos al lado, pero concretamente a uno... De mientras, Adriana me hablaba.

— Buenos días a ti también, eh. –

— Lo siento, buenos días. Es que me he puesto un poco mala... Y me da miedo que al hablar se me ponga peor la garganta. – Era una excusa para seguir mirando el panorama.

— No te preocupes, seguro que no es nada. Si no, alguien tendrá pastillas en su habitación o algo. –

— Es verdad, podría preguntar a ver si tienen. – Aunque era algo improbable. Yo que era de las más precavidas no tenía ninguna.

Seguí desayunando tranquilamente. Ahora me fijé en la mesa de al lado. Lamine también miraba a Irene, pero un poco más disimulado que ella. Héctor tenía una ligera mueca en la cara y no hablaba con nadie; supongo que se sentía mal consigo mismo. No sabía cómo acabaron las cosas entre él y Clara, aunque acabase muy mal, Clara lo sabía ocultar. Gavi tenía un poco de ojeras porque fue de los pocos que bebió, pero tenía buena cara también.

Terminó la hora del desayuno y me fui a mi cuarto a terminar las tareas que tenía antes del entrenamiento que empezaba a las cuatro de la tarde. También aproveché para estudiar, hasta que me cansé. Pasaban los minutos y ya no sabía qué hacer, estaba tumbada en mi cama mirando el techo hasta que tocaron mi puerta, y me costó levantarme para ir a abrir.

— Ay, hola Gavi. –

— Me ha dicho Adriana que te dolía la garganta. Tengo pastillas, por si quieres. –

Adriana se estaba tomando muy enserio lo de ser la Celestina.

Pero bueno, realmente me hacían falta. Así que fui al cuarto de Gavi, ya que no tenía nada más interesante que hacer.

— Bueno, ¿qué tal la fiesta al final? – Gavi me estaba entrevistando un poco. Ya me había preguntado ayer, cuando terminó... Pero suponía que no se acordaba.

— Mejor de lo que me esperaba. Aunque para la próxima no me quedaré hasta las cinco de la mañana, porque estoy muerta. –

— Eso es cosa de práctica. – Bromeó dándome paso a su habitación

— Sí, sí, supongo. ¿Y tú? Te vi un poco desanimado cuando jugamos a la botella. –

NARCISSISTIC ➖️ Fermín LópezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora