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Eran alrededor de las ocho de la tarde. Había entrado hace un rato ya en mi habitación, pero me encontraba sentada en la cama, con la puerta del armario abierto. Tenía unas cuantas prendas en la cama y algunas en el suelo, y aún así no sabía qué ponerme. Debería haberle hecho caso a Adriana, y haber planeado un poco más lo que me pondría.
Minutos después había conseguido decidirme entre tres outfits diferentes, y lo demás lo guardé a prisa y corriendo. El primero era un top al cuello, blanco y con brillantes y un pantalón vaquero baggy; el segundo era un top sin mangas negro con una falda negra corta; y por último un vestido negro simple, de seda. No solía salir así que no tenía mucha ropa de ese estilo, y si tenía era toda simple y de color negro.
Para ser sincera, daba igual lo que me pusiera, resaltaría un poco. Iba siempre en chandal y en ropa cómoda, y luego para entrenar llevaba la equipación de siempre. Así que, con que no me pusiera un chándal, iba arreglada de más.
Finalmente elegí la segunda opción, el top sin mangas negro y la minifalda negra, lo que combiné con unas botas, negras también. Me puse un collar y unos pendientes dorados y me dejé mi pelo rizado natural suelto. Me sentía rara, como si no fuese yo. Me miré al espejo y suspiré, esperando a que Adriana tocase la puerta para irnos ya y no pensar más. De mientras, ordené la habitación y terminé algunas cosas que tenía por hacer.
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— Madre mía, ¡estás preciosa! – Susurró emocionada Adriana mientras entraba a mi cuarto.
— Es irónico que tú me digas eso cuando vas aún más guapa. – No era solo la ropa, era ella en sí, iba guapísima.
— Ay, calla, calla. Por cierto, ¿no llevas chaqueta? Coge una por si refresca, que te resfrias muy rápido tú.
Y tenía razón, así que cogí una chaqueta de cuero marrón que tenía desde hace bastante. Suponía que no la iba a utilizar mucho, pero por si acaso.
Después de estar hablando de lo que llevábamos puesto y estar diciéndonos guapas por un buen rato, salimos. Pasamos por el mismo sitio donde lo hice la noche del lunes, por ese banco donde estaban Héctor y Clara, y decidí contárselo todo a Adriana, de principio a final. No era experta en chisme, pero lo poco que había, lo disfrutaba. Pero obviamente no le conté la poca suerte que tuve en la sala de aguas con Fermín, cuando pasamos por ahí. De solo pensarlo, me ponía de mal humor.
Al llegar pasar esa sala se veían unas cuantas luces salir por la puerta de la otra habitación que había en el sótano. Era increíble como se aislaba el sonido, desde fuera no se escuchaba nada. Así que el único riesgo que corríamos era ser vistos por las cámaras de fuera, pero si no hacíamos alboroto, no deberían mirarlas.
— Bienvenidas, chicas. – Nos dijo Gavi con una sonrisa en la cara y una copa en la mano. Se le veía aún más amable de lo que solía ser. Cogió nuestras chaquetas y las dejó en la entrada.
Al entrar, él me puso la mano libre por detrás, en la espalda, sin apenas tocarla para guiarme. Adriana seguía al lado mía, mirando con una mirada algo sospechosa...
— Mirad, aquí está la barra por si os apetece algo. Pero no os paséis que mañana sigue habiendo entrenamiento. –
Y así fue explicándonos un poco todo el sitio hasta que nos dejó echarle un vistazo nosotras mismas.
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NARCISSISTIC ➖️ Fermín López
FanficEstar concentrado en La Masía era una gran responsabilidad para los deportistas. Pero no podemos olvidar que siguen siendo adolescentes. Emma Fiore pertenecía al grupo femenino de La Masía. Entre sus clases y sus entrenamientos, algo llamaría su ate...