04. Un mundo oculto bajo mis pies

2 0 0
                                    

23:00h

THAYSA.

Aún no podía asimilar lo que había pasado. La señora Teresa, fue la que respondió a la llamada.  Ella era la mejor amiga de mi madre desde pequeñas.

Mis padres... Habían muerto, se habían ido para siempre y yo...

Yo estaba sola.

Tenía a mis amigos, pero no es lo mismo. No es lo mismo el cariño de madre que la amistad. O el abrazo de papá.

Me siento tan vacía.

Ya van dos semanas que no he salido ni a la prepa. No tengo ganas de nada. Los pocos ahorros que tenían para mi cumpleaños los gasté comprando comida preparada.

Unos toques en la puerta me hicieron alzar la vista. Estaba encerrada en mi cuarto, no quería hablar con nadie, no quería tener que explicar el por qué de mi ausencia en la preparatoria. Volví a envolverme en las sábanas esperando que esa persona se canse y se vaya. Pero los toques eran demasiado insistentes.

—Ey, vine a... bueno, te traje esto—me nuestra una bolsa que al parecer tiene cacharras con comida

—G-gracias, Sebastián, pero no hacia falta que te molestaras. Estoy bien ¿si?

—Thaysa, no es molestia, en serio. Necesitas comer sano, has estado viviendo a base de pizza y helados toda la semana, por favor acepta.

¿A quien engaño? Cada día estoy peor. Sebastián tiene razón, no estoy bien de salud, he perdido algo de peso estos días y tengo bolsas bajo los ojos. Me siento cansada y enferma.

Me senté a comer lo que me había traído que constaba de una sopa con espagueti y albóndigas.

Sebastian se quedó sentado en el sofá mientras tanto, dijo que quería asegurarse de que realmente comiera y no la dejara en la nevera para después.

Luego de eso me dí un baño y me vestí con unos shorts y una blusa de tirantes. Llevaba una semana poniéndome camisas grandes y largas.

Cuando salí de mi habitación, me encontré con Sebastián mirando un cuadro en la pared y en cuanto me vio desvió su mirada a cualquier lado menos ahí.

Nos habíamos acercado mucho estos días, Sebastián era una buena persona y siempre me hacía reír, a veces con sus miedos a las alturas o su fobia extraña a las aves.

Yo tampoco sabia que eso existía.

—¿Puedo preguntarte algo? —me miró y asentí—¿Por que las puntas de tu cabello son rojas?

Alcé una ceja y revisé dándome cuenta de que el tinte no cubrió todo mi cabello realmente.

—Bueno, en realidad, soy pelirroja de nacimiento, pero cuando cumplí los 14 me teñí el cabello de negro, por las burlas que sufría en la escuela y después de mudarme me olvidé por completo volver a hacerlo—respondo eso último refiriendome a las puntas

—Bueno, no me imagino como serias con el cabello rojo pero, creo que te verias mejor—alzo una ceja— No estoy diciendo que ahora estés mal, digo...uhm, que ahora eres bonita pero lo serias más con el cabello rojo—su comentario hizo que mis mejillas ardieran, se rascó la nuca echo una bola de nervios

ThaysaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora