Capítulo 45

72 5 13
                                    

Alessandro

Salgo del baño. Al abrir la puerta, la veo a ella. Lleva ropa ajustada, como si fuera a pelear. Y efectivamente, va a pelear.

—Ejercicio matutino, elige el tuyo—me mira en espera de mi respuesta, me tiende dos espadas de luz. No entiendo de qué habla y la miro en busca de respuesta. —Toma el rojo, yo me quedo con el azul, defiende.

Se echa para atrás poniéndose en posición para atacarme, ni estoy bien despierto. ¿Qué hora es? ¿Por qué tiene tanta energía? Siento que me estoy muriendo; me duele todo el cuerpo.

Amore, apenas amaneció. ¿En serio tenemos que hacer eso ahora?—se acerca abrazándome. Pongo mi cabeza en su cuello mientras me acaricia la espalda. —Dejemos eso para otro día, ¿vale?

—Ya te ayudé a despertarte, en guardia, Alessandro—. Sabía que algo raro tenía, por no tener novio. Ataca primero. La esquivo. Solo tengo que cansarla hasta que se rinda. Pero, la muy astuta no me deja descansar. Es imposible leer sus movimientos. Al llegar a mí, me pone su espada en el cuello. —¿Por qué no te defiendes?

—Si lo hice, ¿recuerdas que eres esgrimista?—pero aprieta más, debería fingir un desmayo para que me deje en paz.

—No te defendiste, solo esquivas. Tu historial dice que eres kenjutsu y hablas de esgrimista.— Ahora me río, ¿por qué no lo supuse? —Si te llego a dejar, ¿también me pondrás una orden de alejamiento como a tu ex?

—¿Serás una loca como ella?—se ríe, negando—Entonces no, además no nos vamos a dejar.

—¡Qué presumido! Ahora ataca.— Me levanto rápido y me pongo en posición. Ella también. Al ver que no me acerco, lo hace, midiendo sus movimientos. Le doy un contraataque.

—Fue trampa, eres un tramposo. No puedes esperar a que esté cerca para darme.

—No te dije que vinieras. —Me mira mal y vuelve a su lugar, empezando de nuevo. —No soy presumido, solo estoy seguro de lo que digo.

—Debería robar tus líneas de tarjeta, no dirías lo mismo—. Ataca rápido y la agarro, tirándola a la cama. Rápidamente sale, pero le doy de nuevo. —Ya no quiero jugar. Estás esperando a que esté en posición contraria para atacar. Estás jugando sucio.

—¿No se supone que es así?—roda los ojos a su puesto de nuevo, ya me estoy cansando; me acerco y le doy un beso—Me gustas más enojada.

—No estoy enojada—se quita el sudor y me mira para decir:— Обичам те.

Te amo.

Me paro de repente y ella me golpea para celebrar su victoria. Me dijo que me ama en búlgaro.

—¿Hablas búlgaro?—abre los ojos casi sacándolos de su cuenca—Nunca un "te amo" se escuchó tan seductor.

Su cara se torna roja enseguida y sale de la habitación a la cocina mientras me río.

—No sabía que hablabas búlgaro—me dice con la voz tan baja, dejando en claro su vergüenza—¿Quieres comer? Bueno, no respondas, te haré de comer.

—No sabía que hablabas búlgaro. Yo lo entiendo, pero no sé mucho. —Estaba evitando mi mirada, buscando qué hacer. —¿Tomaste clases de búlgaro? Es que suenas nativo.

—Soy búlgara, cariño, ligada con Noruega, no soy rusa. —Se queda tan seria al decir eso, que me quedo procesando. —No hay caso en explicarte, no me crees. Pero el primer paso en una relación es la confianza. Y no la tenemos.

—Sí, lo tengo. Pero, ¿por qué mientes?—me mira, cansada ya. —Digamos que no eres rusa. Entonces, si eres adoptada, ¿qué hay de tus padres? Los conoces, están muertos.

Corazones en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora