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Fui a ver los restos del piso, lo que me rompió el corazón. Ver tu vida reducida a cenizas es un trago duro que no le desearía a nadie.
Por desgracia, el fuego había entrado más allá del salón, hasta llegar a la entrada de las habitaciones. Definitivamente, no quedaba demasiado de mis cosas que no estuviera hecho un desastre. Apenas pude rescatar algunos libros y ropa, junto con cosas del baño que no terminó tan dañado. Aquel día no lloré, tragué saliva y abracé a Vero mientras ella sí se dejaba ir en lágrimas. Luisa nos indicó, con todo el dolor de su corazón, que no podríamos vivir allí por lo menos hasta un año más tarde. El seguro se haría cargo, pero para arreglar todo aquello se necesitaría tiempo. Nos despedimos todas en el rellano, con los padres de Vero esperando en el portal. La abracé y nos prometimos vernos pronto, pero fui una cobarde. Les dije que estaba con una amiga, una de mis compañeras de universidad, a lo que nadie cuestionó nada.
Ahora me encontraba en la terraza del piso de Marc, limpiando con cuidado los restos de cenizas que habían quedado en los libros que había podido salvar. Agradecía de pleno corazón que todas mis cosas valiosas estuvieran en mi casa, en Chelva. Aun así, trataba de devolver a la vida lo poco que tenía. No pude evitar que se me cayera más de una lágrima, recordando aquellos libros de Nothomb que había comprado de segunda mano, con gran ilusión. Ahora ya no quedaba nada de ellos en el salón de mi antiguo piso.
—¿Te ayudo? —escuchar la voz de Marc me hizo girarme, mientras dejaba de nuevo uno de los libros dentro de una bolsa. Apareció por la puerta del balcón, había dejado la mochila en la entrada y se podía ver a la perfección cómo se había vestido con ropas anchas de lino crudo. Estaba guapo a rabiar.
—No, tranquilo —exclamé, dejando que el aire se escapara de mis pulmones—. ¿Qué tal el día?
—Bueno, como siempre. He tenido que comer en la cafetería de la uni porque se me ha olvidado llevarme algo de comer ya que hoy me quedaba más tarde, pero todo bien. ¿Lara y Gala te han dicho algo?
—Sí, que no pasaba nada de que faltara hoy. Me han pasado los apuntes —respondí. Agradecía que mis compañeras comprendieran que el día anterior había sido un caos y necesitaba tomarme un respiro de un par de jornadas.
—¿Es todo lo que has podido coger? —me preguntó, señalando la bolsa de tela que tenía a mi lado. Asentí, a lo que Marc hizo un gesto inclinando la cabeza a un lado y alzando las cejas— Joder, Vega, siento mucho lo que te ha pasado.
—Te diría algo como "no pasa nada" —puse mi tono más agudo. Era algo que me ocurría cuando trataba de no llorar—, pero la verdad es que sí pasa. Encima esta tarde tengo que acabar unos trabajos, a mis profesores les ha parecido perfecto enviar más cosas justo cuando tenemos los exámenes a la vuelta de la esquina. Es una mierda —me levanté, quedando algo más baja de su altura, pero pudiendo mirarle a los ojos desde allí.
—Sí, lo es —me respondió, agarrándome una mano. Miré cómo me acarició, con cuidado, para acercarse a mí y dejar un beso en mi mejilla—. Podemos tratar de mejorar un poco este día. Qué te parece si, después de que termines todos tus trabajos, esta noche preparo unas hamburguesas para cenar, con salsa de cebolla caramelizada y miel, y nos vemos alguna película que te encante —alzó las cejas, sonriendo de lado, a lo que yo no pude evitar devolverle el gesto. Fue en ese instante cuando algo se me movió dentro de mi pecho mientras lo observaba. Creo que en ese momento Marc me gustó un poco más.
—¿Vamos a ver El diario de Noa? —respondí, sonriente. Vi cómo aplanó los labios, pero después sonrió de oreja a oreja y me dio un beso en un costado de la cabeza.
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¿Guardamos un secreto?
Romance¿Qué harías si descubres a tu crush acostándose con tu compañera de piso? Vega dejó su pueblo atrás para poder estudiar en Valencia y encontró un hogar después de una búsqueda complicada. Cambió su cabello, su ropa, su forma de ser... y fue ella mis...