03. Chico Umbrella

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Five

Decir que estoy cansado es poco, y no solo físicamente, que también, sino que mentalmente me encuentro agotado. Las horas de entrenamiento son demasiadas y no hay descanso, contando con que luego tenemos clases que dan profesores contratados por Reginald. Sinceramente todo es tan rutinario que lo haces automáticamente y muy pocas veces te das cuenta de lo cansador que resulta. Hoy es una de esas veces.

Estoy tratando de conciliar el sueño, pero es imposible. Me molesta que sea así. Tal vez debería ir por un café para dormir por fin, pero son incontables las veces que por culpa del café —que me da energía para usar mi poder— he terminado en cualquier lugar de la academia mientras duermo. Quizás si cuento tazas de café logre dormir.

Una taza de café, dos tazas de café, tres tazas de café, cuatro tazas de...

Vuelvo a abrir mis ojos apenas escucho mi móvil sonando en la mesa de noche. Olvidé apagarlo antes de dormir, como hago normalmente, y seguro que ahora es la llamada de alguna compañía de celular.

Me siento en la cama y alcanzo el teléfono. Admito que me sorprendo demasiado cuando veo el nombre de Liz en la pequeña pantalla. Trago saliva con fuerza antes de contestar.

—¿Max?

Su voz es reconocible al otro lado de la línea, y el hecho de que me llame por aquel nombre falso que le di me desconcierta por un momento antes de responder.

—Hola, Liz —la saludo.

—No te he despertado, ¿verdad?

—No. De hecho, aún no podía quedarme dormido.

—Yo tampoco. Y ya es tarde y no sabía cómo lograr que me diera sueño, así que quise llamarte.

Sonrío al oír sus palabras. Que haya pensado en mí pudiendo haber llamado a alguna amiga me hace sentir extrañamente bien. No entiendo por qué, pero es algo que no puedo evitar.

—¿Qué hiciste hoy? —pregunto con verdadero interés.

—Um, no muchas cosas. Comí muchísimo, había comida muy rica en mi casa porque mi hermano vino con sus amigos y se les ocurrió cocinar. Yo solo les di chisme mientras cocinaban y les robé uno que otro bocado. ¿Y tú? ¿Qué haces durante el día? ¿O duermes para estar despierto toda la noche como Batman?

Esbozo una sonrisa llena de diversión gracias.

—Definitivamente nada mejor que lo tuyo. Y no, no duermo durante el día, duermo en la noche como cualquier ser humano normal.

—La pregunta es si tú eres normal.

—¿Cuál es tu opinión?

—Que eres medio rarito —puedo distinguir el tono burlón en su voz y sonrío aún más.

—No me conoces tan bien como para decir que soy rarito. Es más, tú eres la rarita.

—¿Yo? ¡Claro que no!

Me acomodo mejor en la cama a la vez que dejo escapar una risa. Su tono ofendido es increíble.

—Claro que sí. Solo una rarita decide ayudar a un borracho y llamar a su familia. Yo que tú lo habría dejado tirado en la calle.

Encuentros de Medianoche - Cinco Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora