2.

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Capítulo 2.

En Howgarts todo se sentía igual, y diferente al mismo tiempo. Igual porque continuabas yendo a tus clases, continuabas pasando tiempo en Hogsmeade con tus amigos, y seguías escapándote al bosque que yacía detrás de la lechucería.
Y diferente... porque Draco era parte de todas aquellas actividades. Sobre todo las ilícitas.

Era extraño estar con él en la misma habitación sin que estuvieran desafiándose, sin que estuvieran gritándose insultos que terminarían en castigos para ambos. Desde que él descubrió tu secreto, todo parecía ir mejorando. Descubriste que es una persona bromista (en el buen sentido), y que tiene un montón de historias increíbles que contar. Sobre todo de los viajes que ha realizado al extranjero.

En esta ocasión, caminaban hacia el bosque, donde pronto te transformarías y serias libre de correr en todas las direcciones.

—Vamos, hazlo. Nadie está cerca y nadie nos vio venir juntos —Te animó.

—¿Estás seguro? ¿Ni siquiera Pansy, que no te quita los ojos de encima? —Te burlaste. Él se río.

—Oh bueno, no me digas que estas celosa.

Riéndote le diste un empujón.

—Claro que no —Dijiste, pero no estabas muy segura de eso. Viste a Draco caminar más adelante, y llamándolo él se volteo —¡Mírame!

Sin añadir nada más, corriste hacia él y en menos de un segundo estabas allí, en tus cuatro patas sobre su pecho. La sorpresa se vio reflejada en su rostro y retrocedió cayendo de bruces contra la tierra. Eso te hizo mucha gracia mientras te alejabas de él y corrías hacia un árbol.

—¡Estúpida cosa pulgosa! —Se quejó, pero añadió una risa divertida mientras se levantaba y se limpiaba la tierra de su pantalón.

Estar en tu elemento te volvia salvaje y juguetona. Draco te observaba correr de un lado a otro, te veía saltar de una rama hacia otra, y se preocupaba cuando veía que estabas a punto de caer.

—¡Oye, ten cuidado! —Se quejó cuando saltaste cerca de su cabeza, pero sin hacerle daño —Eso ni siquiera es gracioso, tonta.

Notaste la sonrisa en su rostro y corriste a su alrededor. Él intento atraparte, pero tú eras más rápida que él, y lo que solían ser sonrisas se transformaron en carcajadas de su parte. Todo parecía ir de maravilla, corrían y se divertian, pero luego notaste la figura femenina. Draco también la noto y las risas cesaron.

Pansy estaba mirándolo y lanzando miradas hacia ti, a tu cuerpo felino. No era la primera vez que debías mantener la calma ante ojos curiosos que decidían que tú eras demasiado interesante.

—Hola, te vi con... —Dijo ella, un tanto confundida —Con,___. Creí que estabas con ella.

—Eh, no. Ella se quedó atrás en la lechucería —Respondió él, con tranquilidad mientras te acercabas y acariciabas las pantorrillas de Draco —¿Qué quieres?

—Yo... Nada, solo sentí curiosidad. ¿Y ese gato? Parece que te ama.

Draco río y luego se quejó cuando comenzaste a escalar por su pierna, su muslo y luego a sus brazos, donde él te cargó con fuerza contra su pecho.

—Es de Hagrid.

—No sabía que te gustaban los gatos —Acusó Pansy.

—Hay muchas cosas de mí, que no tienes idea —Respondió Draco, con el mismo tono de voz desagradable que solía utilizar en ti.

—Ya veo —Ella ignoró su tono —¿Y qué harás con él?

Draco no corrigió al decirle que eras una gata, era mejor que Pansy lo creyera así.

—Devolvérselo a Hagrid. Él suele tratar mejor con estas criaturas extrañas —Respondió, mientras sus dedos acariciaban inconscientemente detrás de tus orejas.

Era la primera vez que sentías caricias en aquella zona de tu cuerpo felino. Y por instinto, se te hizo imposible no ronronear.

—¿Puedo cargarlo? —Le pregunto la chica, pero inmediatamente tu cuerpo entró en alerta y enseñaste tus colmillos, acompañado de un bufido nada amistoso. Pansy se descolocó —Oh, no tiene tan buen genio.

—Es así con las personas desconocidas —Respondió Draco, con diversión en sus ojos por un instante —Deberías irte, el gato se siente un poco intimidado. Esta acostumbrado a estar solo.

—Eh, sí  —Pansy se sintió herida, pero dio media vuelta y se marchó.

Tanto Draco como tú, observaron a Pansy alejarse lo suficiente como para sentir que era seguro. Sus dedos continuaban detrás de tus orejas y aunque no querías admitirlo, se sentía tan bien que no pudiste evitar golpear cariñosamente tu diminuta cabeza peluda con su mentón. Él se río.

—Parece que convertida en gata en la única manera en que serás tierna —Bromeó, soltando una risita.

Era imposible que pudieras sonrojarte, pero de todas formas te sentías avergonzada. Como Pansy se había marchado, te alejaste del regazo de Draco y saltando volviste a ser tú, adoptando un cuerpo humano.

—Maldición, esa chica si que está obsesionada contigo —Te quejaste, mientras lo observabas.

—Eh, puede ser —Dijo, mirándote. Para él aún era alucinante lo que podías hacer —De todas formas, me da igual.

Juntos caminaron hacia el mismo tronco del árbol caído que yacía a pocos metros de distancia. Estar a solas con él, cada vez se volvía más fácil. Sus silencios no se sentían incómodos, pero sabías que tenías una conversación pendiente con él.

—Entonces... ¿Estás seguro que también quieres hacerlo? ¿Ser un animago? —Le preguntaste.

—Verte me anima a querer hacerlo. Te ves tan... feliz... No lo sé, quizás también necesito escapar de todo... —Murmuró, con cierta melancolía —Mi padre puede ser demasiado frustrante cuando lo desea. Y tener un escape, me haría feliz.

Escucharlo abrirse de esa manera contigo, fue todo lo que necesitaste para apoyarlo en su dirección.

—Entonces, lo haremos. Tenemos que conseguir hojas de mandragora y.... —Paso a paso comenzaste a explicarle todo lo que debía hacer.

Draco te escuchó atentamente, decidido a querer convertirse en un animago como tú. Mientras hablabas, ya podía imaginarse corriendo por los bosques, contigo a su lado.
Pocas veces había deseado algo, normalmente sus padres siempre le daban todo lo que él quería, pero esto era diferente, esto no tenía nada que ver con ellos. Esto era contigo, y por ese mismo motivo, era tan especial.

El sol ya se había ocultado entre las montañas cuando abandonaron el bosque. Y sin saber porqué, pero queriendo hacerlo, tomó tu mano y entrelazó sus dedos con los tuyos. Era imposible no sentir mariposas en tu vientre, él se sentía de la misma manera.
Si bien ahora eran amigos, ambos eran completamente conscientes de que existía algo más. Y que estaban lejos de querer ignoralo.

Animago - Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora