Un Obsesivo Amor

CAPÍTULO 8

  —¿Qué?—

  Lena miró a Kara asustada, pero élla se dirigió a la cama sin devolverle la mirada. Miró sus orejas que estaban totalmente rojas y pensó que algo no cuadraba.

El marqués de Luthor fue el hombre que mató a la anterior emperatriz, quien era la madre de Kara. El padre adoptivo de Lena tomó la iniciativa en el asesinato y aunque se acusara a otra persona como autor intelectual y desapareciera, el marqués de Luthor era el culpable.

Kara no era tonta y nadie en la familia imperial pensaba lo mismo.

Sin embargo.

¿Kara quería pasar la noche con ella? ¿Con la hija de su enemigo? Debe ser desagradable para Kara acercarse a ella.

—¡Su Majestad, Su Majestad!—

—Kara.—

—Sí, Kara. Espera un momento—.

Volvió a mirarla cuando dijo su nombre. Luego, en cuanto sus ojos se encontraron, volvió a mirar hacia delante y se apartó de ella. Lena se dio cuenta en ese momento. Como Reina, podía insultarla por no intimar con ella, pero también podía insultarla por intimar y luego abandonarla

—Si, Mi reina—.

Se miraron fijamente, por lo que no pudo decir nada. 

—Ugh...—

Ella vaciló y Kara tiró de su brazo hacia la cama. Lena se giró boca abajo, sus rodillas quedaron rozandose

—Ven aquí, Lena —.

Cuando Kara se lo pidió, ella soltó su mano y lo dejo de mirar

—¡Espera, me quiero acomodar!—.

Entonces la sujetó y se arrodilló en la cama.

—No creo que nos quedemos quietos, de todas maneras—.

Kara volvía a dejarla recostada sobre la cama. Ella intentó levantar su cuerpo por un momento, luego se aterrorizó cuando vio que kara extendía sus gruesos brazos a cada lado de ella como si fueran barrotes y la presionaba levemente a su cuerpo.

—Ka-Kara, Y-yo....—

—Puede que sea torpe porque es mi primera vez, Lena —.

Dijo eso y miró a Lena suavemente. Su corazón latía con miedo, de alguna manera sentía como si tuviera dos corazones que latian como locos y se sentía mareada, le faltaba el aire..

—Kara.—

—Sí.—

Kara cogió el pelo Negro brillante de ella y lo besó mientras que miraba suavemente hacia abajo.

Con los intensos ojos azules que parecían consumirla cada vez que se veían, Lena estaba conteniendo la respiración.

—¿Te bañaste?—