CAPÍTULO 6

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¡Bang!

Cuando Kara entró repentinamente, Lena se sorprendió y se congeló, ya que estaba completamente desnuda.

—Ha.— Ella suspiró involuntariamente. Su cara se sonrojó por la vergüenza, y sus oídos le ardían.

Ella pensó que Kara no vendría, se lavó la cara, luego le dijo a las criadas que la miraban, quienes estaban inmóviles.

—Quiero lavarme—.

—Sí, Su Majestad.—

Debido a su desnudez sentía como su temperatura corporal iba enfriándose más, por lo que se dirigió al cuarto de baño. El baño anexo a la habitación era bastante grande, así que tuvo que atravesar el pasillo y abrir dos puertas.

Una vez más se dio cuenta de que no era el palacio de la emperatriz viuda, sino el de la emperatriz. El suelo de mármol parecía frío, pero era cálido y las paredes del pasillo interior, por donde se podía entrar, estaban todas hechas de espejos.


Por la expresión de su cara, se dieron cuenta de que ahora fingía estar bien porque era tímida. Así que suspiró y entró en el cuarto de baño.
 
El baño estaba lleno de vapor caliente. Las sirvientas que ya esperaban en el baño se pusieron en fila para saludarla y luego se dispersaron.¿Desea primero un masaje o un baño?—

—Primero el baño—.
 


Lena no se sintió tan incómoda, como lo hacía normalmente en el baño de su mansión. Este lugar era más colorido, y había más criadas.

Al entrar en la bañera, el agua cristalina gotea por los bordes.

Al sentir la temperatura del agua caliente en los dedos de los pies, se deslizó por la bañera aliviada.

  Entonces las  criadas que estaban cerca la rodearon y empezaron a lavarle el cuerpo lentamente.

Lena jugueteó con su pelo y luego cerró los ojos al hacer contacto visual con una criada que le lavaba el cabello con champú. Luego, una toalla caliente le cubrió lentamente los ojos. Al cerrar los ojos y sentir el calor, sintió que el cansancio de su cuerpo se desvanecía poco a poco.

  Tal vez porque tenía los ojos cerrados, permaneció quieta ante el contacto y la limpieza delicada de los dedos y las uñas. Ya que se inclinó más de 100 veces, le dolía todo el cuerpo, quizá por eso le sentó bastante bien el roce, ya que parecía un masaje.

Estaba somnolienta, pero no se dormía a causa del constante contacto.

Se sintió más cómoda cuando sintió el crujido de las burbujas adheridas a su cabeza y la presión de unos dedos que presionaban con fuerza como si le estuviera masajeando el cuero cabelludo.

 

Click-clack.

 

De repente, desde algún lugar, se oyó el sonido de unos pasos demasiado pesados para ser de los zapatos de una sirvieta. A Lena le pareció oír muy fuerte el sonido de los pasos desde lejos, tal vez por el ligero tintineo del agua y el pequeño sonido de las burbujas al estallar en aquel lugar, donde apenas se oía su respiración.

Un Obsesivo Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora