Nada. Ya no queda nada más que hacer. No estoy lista. Nunca lo estuve.
Y con las sirenas de policía y ambulancia de fondo, aquél sujeto me apunto con su arma.
Supongo que la esperanza ya me ha abandonado y no hay vuelta atrás.
Dedo en el gatillo y mira apuntado a mi cabeza.
"Supongo que...la vida no fue tan mala después de todo"
Y con un sollozo ahogado y lágrimas cayendo sin cesar, cerré los ojos.