Capítulo 10.

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Anette

Había despertado con un inmenso dolor de cabeza. ¿Cuánto tiempo llevaba así?
Giré la mirada a la derecha y luego a la izquierda.
¿Y Alonzo?

Me levanté de la cama y sentí un ligero mareo que rápidamente se desvaneció. Estaba rodeada de cortinas azul oscuro y se escuchaban voces y pasos que no reconocía. ¿Dónde estoy?

Estiré mi brazo para apartar la cortina y me di cuenta de que estaba en un hospital. Di unos pasos y sentí el suelo muy frío. Miré hacia abajo y vi que no llevaba zapatos ni ropa, solo una bata de paciente.

Un escalofrío recorrió mi espalda y mis piernas comenzaron a temblar, al igual que mis labios. No podía creer que, después de tanto tiempo, ahora estaba en un hospital. Una enfermera, al verme, apresuró el paso hacia mí. Me sostuvo y con voz suave, me habló.

—Señorita García —dijo amablemente mientras me recostaba nuevamente y me sonreía—. No puede levantarse de esta cama hasta que un médico le dé indicaciones—Me miro a los ojos—Me alegra tanto que haya despertado.

Yo seguía confundida.

—¿Qué hago aquí? —pregunté, directa y sin rodeos.

La enfermera se sorprendió, se mordió el labio y movió los pies inquieta. Después de unos segundos, habló.

—Usted fue traída aquí por su vecina, la señora Martha. Ella estaba muy preocupada por usted y no dudó en ayudarla. —Abrí los ojos sorprendida al escuchar el nombre de Martha.

—Entiendo... —dije tratando de recuperar un poco de memoria—. ¿Ella está aquí?

La enfermera negó con la cabeza.
—Los visitantes no pueden estar todo el tiempo aquí, solo durante el día.

Suspiré en voz baja. Tenía más preguntas y ganas de respuestas, pero temía cuánto podrían saber estas personas.

—Llamaré al médico para que venga a verla. Estoy segura de que le alegrará muchísimo —volvió a sonreírme.

Asentí con la cabeza y me acomodé en la cama. Me picaba la cabeza y el cuerpo; parecía que no me había bañado en días. Moví un poco mi cadera y sentí una pequeña molestia en mi interior. Curiosa por la sensación, volví a moverme. La molestia seguía ahí.

¿Qué sucedió?

Pasaron algunos minutos y una mujer rubia con bata médica se acercó hacia mí con una sonrisa.

—Despertaste —dijo con entusiasmo. Al parecer, a todos les alegraba verme viva. Nuevamente asentí con la cabeza y la mujer continuó—. Mi nombre es Valeria, soy ginecóloga y fui quien te revisó.

—¿Revisarme? —me preocupé al escuchar esa palabra.

Valeria me miró fijamente.

—Sí, García, fui quien te revisó y... espero que ya te hayas dado cuenta de la pequeña molestia en tu zona íntima. Encontramos un pequeño desgarre —mis ojos se encontraron con los de ella—. El procedimiento consistió en una pequeña sutura.

Me quedé en silencio unos segundos.

—¿Y ya me puedo ir? —tragué saliva.

Valeria negó con la cabeza.

—Creemos que ese desgarre, junto con los hematomas en tus muslos y piernas, fueron producto de una violacion—se acercó a mí. Sentí miedo y reaccioné dando un pequeño salto—. Claro que tu palabra cuenta mucho.

Quise hablar, abrí la boca unos milímetros, pero un nudo en la garganta me lo impidió. Volví a cerrarla y miré hacia abajo.

¡ANETTE QUE MIERDA ESPERAS!
¡DILE QUE ESE INFELIZ TE GOLPEA CADA VEZ QUE QUIERE Y TE TOMA COMO SI DE UN OBJETO SE TRATARA!
¡Diles lo mucho que sufres y los ríos que podrías llenar con cada una de tus lagrimas, diles la verdad.!
Diles que el hombre quien se supone debe protegerte es el monstruo.
Aquel que prometió cuidarte de todos,
Menos de él.

HematomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora