Capitulo 1: Nuevos Comienzos

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La Ciudad Despierta

El sol se alzaba lentamente sobre la vasta metrópolis, pintando el cielo con tonos dorados y naranjas. La vista desde mi apartamento en el vigésimo piso era impresionante, con los rascacielos recibiendo el primer resplandor del amanecer. Desde aquí, la Universidad Montanari se erguía majestuosa en el horizonte, un coloso de cristal y acero que prometía grandeza y prestigio. Me enfrentaba a mi primer día en esta emblemática institución, y el peso de la ocasión me hizo sentir como una pequeña mariposa al borde de un abismo.

A mis 20 años, el nerviosismo era palpable. La oportunidad de estudiar en esta universidad, gracias al trabajo de mi padre en uno de los muchos conglomerados de los Montanari, no solo representaba un nuevo comienzo, sino también una enorme presión. Mientras ajustaba mi vestido azul marino frente al espejo, me sentía atrapada entre la emoción y la incertidumbre.

Cada paso hacia el campus era una mezcla de anticipación y ansiedad. El sol brillaba con intensidad, mientras la ciudad a mi alrededor bullía con el frenético ritmo de una urbe en marcha. La Universidad Montanari no solo era un centro académico, sino también un símbolo de poder y exclusividad. Había leído sobre su prestigio y la imagen impecable que proyectaban, pero ahora estaba a punto de experimentarlo de primera mano.

El vestíbulo del edificio administrativo era un despliegue de lujo. Los techos altos y las paredes de mármol pulido reflejaban la luz en un brillo cegador. Me sentí pequeña e insignificante mientras avanzaba por el vestíbulo hacia el mostrador de recepción. La recepcionista, con una expresión de profesionalidad inmutable, me dirigió al ascensor que me llevaría al despacho donde se realizaría mi primera entrevista.

El ascensor subió con un suave zumbido, y cada piso que pasaba parecía alargar la distancia entre mi realidad actual y el ambiente opulento que estaba a punto de enfrentar. La atmósfera en el ascensor era densa, cargada de una expectativa silenciosa que hacía que mi corazón latiera más rápido.

La puerta del ascensor se abrió con un clic sutil y reveló un despacho impresionante. El espacio estaba decorado con un gusto exquisito: muebles de madera oscura, alfombras persas y grandes ventanales con vistas panorámicas de la ciudad. Me sentí como una intrusa en un reino de poder y sofisticación.

Alessandro Montanari estaba sentado detrás de un escritorio de roble macizo. Su presencia era imponente; era un hombre alto y robusto, cuya mera figura dominaba el entorno. Cada movimiento que hacía estaba impregnado de una mezcla de autoridad y frialdad. Su mirada era penetrante, y cuando alzó la vista para mirarme, sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

-Señorita Romano,- dijo con una voz grave y resonante. -Bienvenida a la Universidad Montanari. He estado esperando conocerte. Tu padre ha sido un activo valioso para nosotros en Montanari Financial Group.

Me acerqué con una mezcla de nerviosismo y respeto. La mirada de Alessandro era tan intensa que me hizo sentir como si cada pensamiento y emoción estuvieran expuestos. -Gracias, señor Montanari. Estoy muy agradecida por la oportunidad que me han dado. Espero estar a la altura de las expectativas.

Alessandro se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos fríos y calculadores fijos en los míos. -Aquí, las expectativas son altas y la competencia feroz. Tu padre puede haber abierto la puerta, pero eres tú quien deberá demostrar que mereces estar aquí. No hay espacio para errores ni debilidades.

Sus palabras estaban cargadas de una presión casi palpable. Intenté mantener mi voz firme mientras respondía. -Entiendo. Estoy aquí para trabajar duro y demostrar que puedo cumplir con lo que se espera de mí.

Alessandro asintió con una mirada evaluativa. -Eso espero. No olvides que en esta universidad, el éxito se mide en logros y no en promesas. La competencia aquí no tiene piedad.

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