VI

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Shen Qingqiu tiene que disculparse con su shidi por su crimen.
Tiene que explicarse por qué lo hizo y cuándo y por qué no piensa dejar de hacerlo pero Liu Qingge no permite que se explaye.
Se ríe en cambio de su defensa.
–¿No piensas dejar de hacerlo?
–No
Shixong es tan desvergonzado pero es sincero. Es su omega interior el que habla por él ahora que el alfa de Liu Qingge lo conoce. Le sonríe.
–Quiero más.
El alfa en Liu Qingge se lo da.
Shen Qingqiu sostiene su brazo, acariciando con sus dedos el entramado de la prenda que lleva, lino, la filigrana en espiral dibujando un patrón de flores intensas azules.
–Este también.
No le da nada a cambio. El nido de Liu Qingge no es su problema. Si él quiere, puede compartir el suyo. Ahora lo obliga a darle lo que lleva puesto y lo acomoda, parece entretejer una pared. Esto más que un nido, es una casa. A Liu Qingge le sorprende esta capacidad de construcción, a veces entra (cuando Shen Qingqiu se lo permite), admirado por la fortaleza que representa. Sabe que Shen Qingqiu duerme mejor cuando él ayuda. Sabe que se emociona cuando lo halaga. Sabe que le gusta todo de él.
Y quizá sea recíproco. Quizá lo es.
Solo el tiempo va a decirlo.

.....…....………

Es primavera cuando su cachorro sonríe por vez primera. Liu Qingge lo mira, acurrucado encima del omega que duerme.
Está orgulloso de esto que ha construido, su pequeña próspera familia en el nido donde su hijo nació.

El ladrón de nidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora