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Me negué a volver al hospital, por mucho que Henry insistiera, así que le propuse ir hacia su casa, tal vez así se quedaría tranquilo. Al entrar por la puerta, todo parecía distinto, no sabría cómo explicarlo. Las paredes tenían un tono diferente, solía tener un tono blanquecino, pero ahora estaban todas de tonos pastel. Había fotos de familia, casi parecían las mismas que las que yo conocía, pero se sentían diferentes.

Fue entonces cuando me fijé en una foto tomada por una polaroid, donde estábamos Henry y yo, pero... Con Karen. "¡¿Qué clase de broma es ESTA?!", pensé. Pude notar cómo se me escapaba un gruñido, a lo que mi amigo reaccionó.

- ¿Qué te pasa? – Decía, entrando en la cocina.

- ¿Cuándo nos hemos hecho esta foto con la plasta de Karen? – Pregunté, asqueada.

- Hace un tiempo, no sé. ¿No fue en un bar cerca del trabajo? – Mencionaba desde la lejanía.

- Y yo qué sé... - Me senté en su sofá un instante – Es... ¿Estaré perdiendo la memoria? No, eso no puede ser...

- Sea lo que sea... - Vino con dos tazas cargadas de tila – Está claro que te afecta.

- Oye, no estoy loca, ¿vale? Es como si... Este sitio no fuera mi lugar. No tu casa, ya sabes, todo – Cogí una de las tazas. – Gracias.

- De nada. Bueno, solo sé que esta tarde te empezaste a marear, y perdiste el conocimiento, llamé a una ambulancia y... Eso es todo. No sé qué más información darte.

- Yo no recuerdo lo mismo, es decir, sí, pero... Era por la mañana, y no estábamos en mitad de la calle, te lo aseguro – Cogí mi móvil. – Reviso el teléfono y... Joder está repleto de contactos, fotos y cosas que no recuerdo haber hecho. Hasta tengo instalado el estúpido Candy Crash, yo no...

- ¿Y qué pasa con la mujer? Esa que nadie más puede ver.

- No tengo ni idea... Pero es exactamente a como la recuerdo, es la misma... Todo lo demás parece distinto, cambiado, aunque igual. Y no se acerca para nada, y si intento acercarme, se aleja, ¿a qué juega?

- Si eres la única que la ve... - Se quedó callado un instante - ¿Has estado jugando a la ouija?

- Sí, con los Warren. ¿Cómo voy a jugar yo a eso? Qué miedo... Además, no creo en fantasmas.

- Pues igual deberías empezar a creer, porque solo tú puedes verla, y te está siguiendo.

- No, yo no diría que me está siguiendo... - Me asomé por el balcón, y ahí estaba, a la misma distancia de siempre, en la lejanía, quieta – No sé explicarlo.

- ¿Sigue ahí? – Se levantó también.

- Sí... Puedo verla – Me causaba terror, me hacía sentir mil cosas y ninguna de ellas era buena.

- Vale... - Sacó su móvil y tomó una foto de la zona. Luego me lo dio - ¿La ves en la foto?

- A ver que amplíe... - Y ahí recibí mi sorpresa – No... No está. Joder...

- Está en ti... Lo que quiera que sea esa mujer, solo tú puedes verla...

- Esto me está dando un miedo terrible, Henry... - Empecé a temblar – N-no sé qué hacer, no... - Solo tenía ganas de llorar.

- Eh, tranquila... - Me abrazó – No estás sola, ¿vale?

- ¿Puedo dormir aquí esta noche?

- Claro... Lo que necesites – Siempre podía contar con él, Henry era un amigo estupendo.

Decidimos ver una película y desconectar hasta que se hizo tarde. Sinceramente, necesitaba aquello, no pensar en aquello, aunque... Cuando Henry iba al baño, aprovechaba para asomarme por el balcón, y ahí seguía ella. ¿De verdad era un fantasma? ¿Qué quería de mí?

BLAIR WOODS: Ha DesaparecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora