4

114 17 1
                                    

Pasamos por la casa de Henry a por la radio portátil, donde me volví a dar cuenta, de que algunas de sus cosas en su piso, estaban algo cambiadas. Este parecía ser más "hippie", tenía un pareo cubriendo su sofá, algún que otro atrapa sueños colgado... Era una faceta que no le encajaba, al menos al Henry que yo conocía.

Tras esa parada rápida, fuimos a mi casa, y ahí sí fue donde empecé a notar todo lo distinto. Sí era la misma dirección, la misma calle, la misma puerta... Pero al entrar, la distribución estaba completamente cambiada. Muchos de los muebles viejos de aquel piso de alquiler en el que vivía, estaban vinilados de color blanco. En una foto familiar que tenía, el peinado de mi madre estaba totalmente diferente a como lo recordaba, y en la nevera había montones de imanes, como si hubiese estado en diferentes sitios... No era una persona que soliese viajar.

- ¿Está todo bien? – Henry me notó en la cara que algo pasaba.

- Sí, es que... Lo siento todo muy raro, definitivamente no es mi realidad.

- Curioso...

- Y para colmo... - Me asomé por la ventana – Esa mujer sigue ahí. ¿Qué hacemos ahora?

- Vale... ¿Tienes el portátil a mano?

- Pues... No lo sé ¿tengo un portátil? - ¿Desde cuándo podía yo permitirme semejante lujo?

- Ay por Dios, deja, lo busco yo – Se dirigió a mi cuarto, o eso creí. Volvió con un ordenador la mar de bonito – Listo. – Lo abrió y se puso a teclear.

- ¿Qué vas a hacer? – Le pregunté, poniendo la cabeza sobre su hombro.

- Investigar sobre todo este asunto... Oh, y... - Encendió la radio. Noté un escalofrío nada más oírla – Vale, manos a la obra. Coge la pizarra que tienes ahí colgada, la vamos a necesitar.

- Voy – Y así lo hice, al menos la pizarra sí la reconocí, también estaba en mi realidad.

Durante horas, estuvimos apuntando datos de todo tipo que Henry iba encontrando. Revisábamos libros, manuscritos y demás sobre espíritus, en concreto uno de Conan Doyle, llamado "La Fotografía de los Espíritus". Recuerdo que en la radio estaba sonando, irónicamente, Ghosts de Ladytron. De vez en cuando iba revisando a la mujer, a través de la ventana, pero nada, estaba bien quieta. Íbamos bien. Al final pasaron unas horas, y sacamos en conclusión varias cosas.

- Madre mía... He apuntado mil cosas – Dije, mirando la pizarra. – Si alguien viese toda esta amalgama de sinsentidos escritos aquí... Me encerrarían en un psiquiátrico.

- Ja, o crearían una organización secreta para ver qué tramas – Henry se rio.

- Ya, ya... Bueno, ¿por dónde quieres empezar?

- Bien, a ver... - Se puso en pie – Empecemos por la distancia, los 67 metros a los que está la mujer que te observa – Se dirigió a la ventana. – Ven, dime una cosa.

- ¿Qué? – Pregunté, curiosa.

- Cuando miras a la mujer... ¿Puedes ver el rostro? Es decir, sé que tiene el aspecto de una mujer normal, pero... ¿Lo ves nítido?

- Pues... - Apreté algo más la vista, pero, sí era cierto que no podía verla claramente – No... Ahora que caigo, no sé ni de qué color son sus ojos.

- Y no podrías, porque... He estado leyendo, y según varios estudios, 67 metros es la distancia a la que puedes ver a alguien, pero... No puedes distinguir ningún detalle de su rostro como tal. El ojo humano no puede. Y tú no tienes ningún problema de miopía o astigmatismo.

- Eso es... Retorcido.

- Aunque conocieras a esa mujer, siempre se mantiene a cierta distancia, los 67 metros, por lo que no podrías reconocerla por su rostro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

BLAIR WOODS: Ha DesaparecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora