Sanemi caminaba de un lado a otro en la sala de reuniones del cuartel general, su frustración palpable. Habían llegado al hospital con la esperanza de capturar a Muzan y recuperar a Kumiko, pero otra vez se les había escapado entre los dedos. Golpeó la mesa con el puño, su expresión endurecida por la ira.
─ ¡Maldición! No puede ser que se nos haya escapado otra vez ─ exclamó Sanemi, su voz resonando en la sala.
Giyuu, siempre más tranquilo, intentaba pensar en el siguiente paso.
─ Tenemos que reconsiderar nuestra estrategia. No puede ser una coincidencia que siempre estemos un paso detrás de él.
Iguro, que había estado observando en silencio, intervino.
─ Sanemi tiene razón. Es demasiado sospechoso. Es posible que tengamos un infiltrado en la base.
Sanemi se detuvo y miró a Iguro, su expresión cambiando de ira a consideración.
─ ¿Un infiltrado? Eso explicaría muchas cosas.
Iguro asintió.
─ Alguien debe estar filtrando información a Muzan. Es la única forma en que siempre sabe dónde estaremos.
Sanemi cerró los ojos un momento, respirando profundamente para calmarse.
─ Si eso es cierto, necesitamos averiguar quién es y detenerlo antes de que cause más daño.
Giyuu puso una mano en el hombro de Sanemi.
─ Lo haremos. Pero necesitamos un plan. Debemos ser discretos para no alertar al infiltrado.
Iguro asintió.
─ Estaré atento. No confiaremos en nadie hasta que tengamos pruebas sólidas. Nos aseguraremos de que no haya más traiciones.
Con una nueva determinación, el equipo comenzó a planear su siguiente movimiento, sabiendo que descubrir al traidor podría ser clave para finalmente capturar a Muzan y rescatar a Kumiko.
Muzan había llevado a Kumiko y a la pequeña Akari a un nuevo refugio, un departamento lujoso y tranquilo en una parte discreta de la ciudad. Quería asegurarse de que estuvieran seguras y cómodas mientras él planeaba sus próximos movimientos. Akaza, fiel y leal, estaba a cargo de su protección y del departamento.
Kumiko se acomodó en el sofá, sosteniendo a Akari en sus brazos mientras la pequeña dormía. Miró a su alrededor, notando los detalles opulentos del lugar, desde los muebles de alta calidad hasta las obras de arte en las paredes.
Muzan se acercó y se inclinó para besar suavemente la frente de Kumiko.
─ Este lugar es seguro. Aquí podrás descansar y cuidar de Akari sin preocupaciones.
Kumiko asintió, agradecida pero aún nerviosa.
─ Gracias, Muzan-sama. Espero que aquí estemos fuera de peligro.
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¿𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐨 𝐌𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞?『𝑺𝒂𝒏𝒆𝒈𝒊𝒚𝒖𝒖』
Fanfiction"Porque me siento tan en la secundaria cada vez que te miro.."