『09』

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Sanemi caminaba de un lado a otro en la sala de reuniones del cuartel general, su frustración palpable

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Sanemi caminaba de un lado a otro en la sala de reuniones del cuartel general, su frustración palpable. Habían llegado al hospital con la esperanza de capturar a Muzan y recuperar a Kumiko, pero otra vez se les había escapado entre los dedos. Golpeó la mesa con el puño, su expresión endurecida por la ira.

─ ¡Maldición! No puede ser que se nos haya escapado otra vez ─ exclamó Sanemi, su voz resonando en la sala.

Giyuu, siempre más tranquilo, intentaba pensar en el siguiente paso.

─ Tenemos que reconsiderar nuestra estrategia. No puede ser una coincidencia que siempre estemos un paso detrás de él.

Iguro, que había estado observando en silencio, intervino.

─ Sanemi tiene razón. Es demasiado sospechoso. Es posible que tengamos un infiltrado en la base.

Sanemi se detuvo y miró a Iguro, su expresión cambiando de ira a consideración.

─ ¿Un infiltrado? Eso explicaría muchas cosas.

Iguro asintió.

─ Alguien debe estar filtrando información a Muzan. Es la única forma en que siempre sabe dónde estaremos.

Sanemi cerró los ojos un momento, respirando profundamente para calmarse.

─ Si eso es cierto, necesitamos averiguar quién es y detenerlo antes de que cause más daño.

Giyuu puso una mano en el hombro de Sanemi.

─ Lo haremos. Pero necesitamos un plan. Debemos ser discretos para no alertar al infiltrado.

Iguro asintió.

─ Estaré atento. No confiaremos en nadie hasta que tengamos pruebas sólidas. Nos aseguraremos de que no haya más traiciones.

Con una nueva determinación, el equipo comenzó a planear su siguiente movimiento, sabiendo que descubrir al traidor podría ser clave para finalmente capturar a Muzan y rescatar a Kumiko.

Muzan había llevado a Kumiko y a la pequeña Akari a un nuevo refugio, un departamento lujoso y tranquilo en una parte discreta de la ciudad. Quería asegurarse de que estuvieran seguras y cómodas mientras él planeaba sus próximos movimientos. Akaza, fiel y leal, estaba a cargo de su protección y del departamento.

Kumiko se acomodó en el sofá, sosteniendo a Akari en sus brazos mientras la pequeña dormía. Miró a su alrededor, notando los detalles opulentos del lugar, desde los muebles de alta calidad hasta las obras de arte en las paredes.

Muzan se acercó y se inclinó para besar suavemente la frente de Kumiko.

─ Este lugar es seguro. Aquí podrás descansar y cuidar de Akari sin preocupaciones.

Kumiko asintió, agradecida pero aún nerviosa.

─ Gracias, Muzan-sama. Espero que aquí estemos fuera de peligro.

¿𝐁𝐞𝐬𝐨 𝐨 𝐌𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞?『𝑺𝒂𝒏𝒆𝒈𝒊𝒚𝒖𝒖』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora