El beso subió de intensidad en un momento para el otro y empezamos a caminar en medio del beso hasta la cama donde ambos caímos ella bajo mío y yo arriba de ella, ella soltó una risa.
Cinco: ¿De qué te ríes? -le pregunté con una sonrisa-
Ocho: Porque, estás rojito -suelta una risa-
Cinco: Te burlas de mi -le di besitos por toda la cara-
Ella se acercó, mirándome con una mezcla de cariño y confianza, y me tomó las manos suavemente. Nos quedamos en silencio por un instante, escuchando el latido de nuestros corazones, sintiendo la electricidad que flotaba en el aire. Nos miramos, como si intentáramos grabar cada detalle del momento. Había nervios, sí, pero también había una calma que nos envolvía, como si el mundo exterior se desvaneciera y solo existiéramos nosotros.
Poco a poco, la cercanía entre nosotros se hizo más íntima, nuestros gestos más cuidadosos, y en cada caricia descubríamos una nueva forma de entendernos. A medida que compartíamos esos momentos, la ropa iba cayendo sin prisa, como una decisión natural. La habitación, iluminada solo por una suave luz que entraba por la ventana, parecía cómplice de la conexión que se iba creando entre nosotros. Quedamos en silencio, con apenas un murmullo de susurros y risas.
Nos encontramos finalmente en ropa interior, sintiendo la calidez de la cercanía y el cariño en cada pequeño contacto. No había ninguna necesidad de apresurarse; compartíamos miradas y sonrisas que hablaban de confianza y de ternura. Fue una experiencia que trascendía lo físico: ambos sabíamos que estábamos compartiendo algo único, un recuerdo que quedaría para siempre grabado en nuestras mentes y corazones.
En ese momento, más que las palabras, hablaban las miradas, los gestos, y un cariño profundo que no necesitaba explicarse. El respeto y la entrega mutua nos rodeaban, y ambos supimos que habíamos vivido algo importante, una conexión que iba más allá del momento.
Al día siguiente..
La luz suave de la mañana se filtraba por las cortinas, llenando la habitación de un resplandor cálido y tranquilo. Abrí los ojos lentamente, y lo primero que vi fue su rostro, aún en calma, respirando de manera pausada. En ese momento, me sentí invadido por una sensación de paz y gratitud. Ella también despertó poco a poco, y cuando nuestras miradas se encontraron, compartimos una sonrisa sincera, de esas que solo aparecen cuando no hacen falta las palabras.
Nos quedamos ahí, sin prisa alguna, disfrutando de esos minutos de calma antes de que el mundo exterior comenzara a llamar nuestra atención. Entre risas suaves y susurros cómplices, recordamos los momentos de la noche anterior, con miradas que hablaban más que cualquier frase.
Ocho: Es mejor pararnos ya -me sonrió-
Cinco: Si lo sé pero quedémonos un rato más así -le dije para darle un beso en la frente.
Ocho: Bueno no habría problema -se acurrucó en mi pecho.
Pasamos un buen rato más y ella se retiro en silencio hacía su habitación para alistarse para en entrenamiento, pero quién diría que todo al final de día éramos ella y yo...O eso al menos quería.
Días después
No sabía como explicarlo el cambio que habíamos pasado Cinco y yo, era raro porque últimamente estaba ocupado en una actividad que no me quería decir y eso causaba una molestia en mi porque yo nunca le hubiera ocultado algo como él lo está haciendo.
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¿Me Acostumbrare A Ser Papá? ©™ - CINCO HARGREEVES Y OCHO HARGREEVES -
FanficQue pasaria si una chica de solo 16 años se entera que esta embarazada y se va sin dejar rastro alguno luego de un problema, regresa después de años o meses para poner todo de cabeza. Sus hermanos la buscaran hasta encontrarla o se rendirán, su ama...