15. Jisung

11 4 0
                                    


Tres días.

Habían pasado setenta y dos putas horas en las que Minho me había evitado como a un apestado, esta vez de una forma tan descarada que no dejaba lugar a dudas de lo que estaba haciendo. Apenas estaba en casa; llegaba casi de madrugada y se marchaba al amanecer. En los entrenamientos no actuaba de forma muy diferente con el resto, pero solo se dirigía a mí cuando era estrictamente necesario.

Así que, esa tarde en particular, me cansé de esperar.

Minho aún seguía en el campo ahora desierto. Incluso el equipo técnico se había largado ya. Solo quedaba él y un aspirante a quarterback novato al que le estaba dando algunas indicaciones. Cualquier cosa con tal de no tropezarse conmigo en el vestuario. O, peor aún, en las duchas.

Bien, era perfecto. Cuanto más se retrasase, mejor. Los demás se largarían y solo quedaríamos él y yo, y el novato.

Me mantuve en la sombra del túnel que conducía hasta los vestuarios.

Observando y esperando. Todavía llevaba todo el equipo encima, así que me entretuve jugueteando con el casco. También me dediqué a comerme a Minho con los ojos. El uniforme le sentaba muy bien, y su culo... Joder, era una locura. No podía apartar los ojos de él.

Ryn, el novato, resopló exhausto después de una carrera. Minho le dio un golpecito en el hombro cuando se le acercó y le dijo algo. Los dos rieron. Luego, con una nueva palmada de ánimo, echaron a andar en mi dirección.

Retrocedí un poco por el pasillo. No quería que me viera hasta que ya no pudiera encontrar alguna excusa para volver al campo. Lo creía capaz de embaucar al pobre Ryn y someterlo a otra ronda de pases eternos solo para evitarme.

Cuando me descubrió a mitad de camino, su espalda se tensó y sus dedos se apretaron sobre el borde del casco, que llevaba en la mano. Saludé a Ryn con un gesto de la cabeza que él me devolvió. Sabía que Minho no iba a detenerse por propia iniciativa, así que no me quedó más remedio que decirle:

—Necesito hablar contigo un momento.

Ryn se giró, pero Minho continuó andando como si no me hubiera oído en absoluto.

Y luego Changbin decía que yo era el terco.

—¡Lee! —lo llamé de nuevo.

Prosiguió su camino, ignorándome incluso delante de un perplejo Ryn.

El pobre chico no sabía muy bien qué hacer, pero me desentendí de él. No permitiría que Minho se escaqueara esa vez.

Me adelanté y le corté el paso. Cuando trató de rodearme sin siquiera dignarse mirarme, terminó con la escasa paciencia que me quedaba. Lee era corpulento y quizá un poco más alto, pero yo era algo más ancho y estaba en tan buena forma como cualquier otro miembro del equipo. Podía con él.

Lo agarré y lo estampé contra la pared, presionando con todo mi cuerpo para evitar que se moviera. Le ladré un «largo de aquí» demasiado duro a Ryn, quien, gracias a Dios, se apresuró a perderse por el pasillo sin hacer ninguna pregunta aunque resultó evidente que tenía muchas.

—Suéltame ahora mismo, Han.

Me reí en su cara a pesar del tono brusco e inflexible que empleó conmigo. Se podía ir a la mierda si pensaba que perdería mi ventaja y lo dejaría largarse. Tal como había dicho Binnie, yo era tenaz y perseverante cuando quería algo.

Y ahora quería a Lee.

—No hasta que hables conmigo.

—Tengo cosas que hacer.

Tu y yo (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora