21. Minho

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Había una tía metiéndole mano a mi novio. Una chica bajita y morena y con unas curvas que supuse que un hetero apreciaría mucho más que yo.

Apreté los dientes para no ir hasta donde estaban y..., no sé, tal vez besarlo delante de toda la puñetera universidad para que supieran que Han Jisung, el sexy y precioso running back del equipo de fútbol, estaba saliendo conmigo.

Tenía a un montón de aficionados y hermanos alrededor, desglosando y comentando una a una las jugadas que nos habían llevado a la victoria en el partido de esa noche, como si yo no hubiera estado en el puto campo todo el tiempo. Como si no hubiera sudado la camiseta hasta casi desfallecer y me hubiera llevado varios placajes que aún dolían.

Normalmente, esa parte me encantaba porque adoraba hablar de fútbol.

Pero en ese instante no veía el momento de quitármelos de encima y regresar junto a Jisung.

Solo que, ¿qué pretendía? Se suponía que éramos amigos, compañeros de equipo y de piso. Nada más. Eso era lo que habíamos acordado, y puede que yo me hubiera sentido un poco decepcionado cuando Jisung lo aceptó sin más. Dios, sí, sabía que la culpa era mía por no hablarle claro. Y lo peor de todo era que yo ya había estado ahí, en esa misma situación. Joder, tenía hasta la camiseta de recuerdo y una marca invisible en el pecho que aún dolía de vez en cuando.

—Perdona un momento. —dejé caer, sin pararme a comprobar si mi repentina interrupción resultaba o no maleducada.

No me dirigí hacia la zona de la cocina, adonde en realidad quería ir, junto a Jisung, sino que me deslicé hacia la puerta a toda prisa y sin establecer contacto visual con nadie, no fuera que me detuvieran de nuevo. Necesitaba respirar algo de aire fresco, a pesar de que acabábamos de llegar. Gracias a Dios, antes de mi huida, un breve vistazo fue suficiente para ver que al menos Jisung había tomado algo de distancia con la morena y la chica ya no estaba sobre él, aunque continuaban hablando.

Bien, hablar no era nada malo. Podía hablar con quien quisiera. Joder, podía incluso tontear con ella si luego regresaba conmigo, me dije. No supe si eso revelaba una confianza absoluta o resultaba patético. No podía pensar.

Avancé por el camino de entrada hasta dejar atrás el revuelo que se había formado alrededor de la casa. No paraba de llegar más y más gente; no tenía ni idea de cómo iban a meterse todos en el interior, por muy grande que fuera. Llegué hasta el borde de la carretera y me hice a un lado, luego retrocedí un poco y me apoyé en el tronco de uno de los árboles del jardín.

Incluso con mi experiencia anterior, nunca me había sentido tan vulnerable ni tan expuesto. Ni tan inseguro. Ni tan perdido, joder.

Traté de calmarme. Sabía que aquello no era solo por ver a una chica tontear con Jisung. Por Dios, cuando iba por el campus se lo comían con los ojos; yo me lo comía con los ojos continuamente. Jisung, con su aire de chico de oro californiano y su bonito rostro, llamaba la atención incluso más que yo. Era un tipo de sonrisa fácil y hoyuelos, algo que no se podía decir de mí. Yo era el de las miradas perturbadoras y las risas más... oscuras.

Jisung era todo luz y, de algún modo, yo me estaba ahogando en la oscuridad sin querer.

—Ey, Lee. —Levanté la mirada del suelo, porque al parecer llevaba un rato mirándome las zapatillas como si fueran la cosa más fascinante del mundo, y me encontré con Hyunjin.

Solté una carcajada al descubrir que el tipo llevaba puesto solo una bolsa de basura que por detrás apenas si debía de taparle el culo. Esperaba que al menos tuviera algo debajo, porque, si no, iba a terminar enseñando toda la artillería esa noche.

—Déjame adivinar: ¿una apuesta?

Asintió con pesar, aunque tampoco parecía muy estresado por tener que acudir a la fiesta pospartido de aquella guisa. Sinceramente, esa clase de cosas ocurrían a menudo en el campus y aun con más frecuencia en nuestra fraternidad. Aunque Hyunjin no pertenecía a ella, supuse que vivir con tres hermanos lo estaba llevando por el mal camino.

Tu y yo (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora