Capítulo 2: El Misterio de Alexander

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Las semanas que siguieron al descubrimiento de la verdadera naturaleza de Alexander fueron un torbellino de emociones para Amelia. La revelación de que él era un vampiro había sacudido los cimientos de su realidad, pero al mismo tiempo, su atracción y curiosidad por él solo se intensificaron. Cada noche, después de cerrar la librería, Amelia se encontraba esperando ansiosamente su llegada, deseando entender más sobre el hombre misterioso que había capturado su corazón.

Una noche fría de invierno, mientras la nieve caía suavemente cubriendo Ravenwood con un manto blanco, Amelia y Alexander se encontraron en la librería, como ya era costumbre. El fuego crepitaba en la chimenea, llenando el ambiente con un calor acogedor mientras el viento ululaba afuera. Alexander estaba absorto en un libro antiguo sobre mitología nórdica, mientras Amelia lo observaba desde detrás del mostrador, su mente llena de preguntas.

Finalmente, no pudo contenerse más. "Alexander, necesito entender más sobre ti. ¿Cómo es tu vida como vampiro? ¿Cómo llegaste a ser lo que eres?"

Alexander levantó la mirada del libro, sus ojos azules reflejando la luz del fuego. Cerró el libro con cuidado y lo dejó sobre la mesa antes de levantarse y caminar hacia ella. "Es una historia larga y, en algunos aspectos, dolorosa, Amelia. Pero si deseas saberlo, te lo contaré."

Amelia asintió, sintiendo una mezcla de anticipación y nerviosismo. "Quiero saberlo todo."

Alexander tomó una silla y se sentó frente a ella, sus ojos nunca apartándose de los de Amelia. "Nací hace más de dos siglos, en una época muy diferente a la actual. Mi familia era de noble linaje, y mi vida estaba destinada a ser cómoda y próspera. Sin embargo, el destino tenía otros planes para mí."

Mientras hablaba, Amelia podía casi ver las imágenes de tiempos pasados proyectándose en sus palabras. "Una noche, durante un viaje a una región lejana, mi caravana fue atacada por una criatura que nunca había visto antes. Era un vampiro, y en el ataque, me mordió y me dejó al borde de la muerte. Pero en lugar de morir, me transformé en lo que soy ahora."

Alexander hizo una pausa, como si reviviera el momento. "La transición fue dolorosa y confusa. Desperté con una sed insaciable y una fuerza que no comprendía. Pasé años vagando, tratando de entender mi nueva naturaleza y encontrar un propósito. Finalmente, encontré a otros como yo, quienes me enseñaron a controlar mi sed y a vivir en las sombras."

Amelia lo escuchaba con atención, sintiendo una mezcla de tristeza y compasión por la vida que Alexander había llevado. "Debe haber sido muy difícil."

"Lo fue", admitió Alexander. "Pero también encontré belleza en la inmortalidad. He visto el mundo cambiar, he presenciado eventos históricos y he conocido a personas increíbles. Sin embargo, siempre hay una soledad que nunca desaparece. Hasta que te conocí a ti."

Amelia sintió un calor en su pecho ante sus palabras. "¿Cómo es vivir con esa sed constante?"

Alexander suspiró. "Es una lucha diaria, pero he aprendido a controlarla. Solo me alimento de animales y, a veces, de donaciones voluntarias de otros vampiros que tienen una ética similar a la mía. Es un equilibrio delicado, pero lo he mantenido durante muchos años."

La conversación continuó durante horas, con Alexander compartiendo más detalles sobre su vida, sus experiencias y las dificultades de ser un vampiro en un mundo que no entiende su existencia. Amelia, a su vez, compartió sus propios pensamientos y temores, abriéndose a él de una manera que nunca había hecho con nadie más.

Con cada palabra, con cada historia compartida, su vínculo se fortalecía. Amelia comenzó a ver a Alexander no solo como un vampiro, sino como un ser complejo y profundo, lleno de matices y emociones. La comprensión y la empatía que sentía por él crecían, y con ellas, su amor.

Una noche, mientras caminaban juntos por el bosque cubierto de nieve, Amelia se detuvo y miró a Alexander. "Hay algo que he estado pensando, algo que no puedo evitar preguntarme."

Alexander la miró, sus ojos llenos de curiosidad. "¿Qué es, Amelia?"

"¿Por qué te sientes atraído por mí? ¿Qué ves en mí que te hace querer estar aquí, en este pequeño pueblo, cuando podrías estar en cualquier lugar del mundo?"

Alexander se detuvo y tomó sus manos, el frío del aire contrastando con el calor de su toque. "Amelia, desde el momento en que te vi, supe que había algo especial en ti. Tu curiosidad, tu pasión por la vida, tu capacidad de ver más allá de lo superficial... todo eso me atrajo hacia ti. Eres diferente a cualquier persona que haya conocido en mis siglos de existencia. Contigo, me siento vivo de una manera que no había experimentado en mucho tiempo."

Las palabras de Alexander resonaron en el corazón de Amelia, llenándola de una calidez que ni el frío del invierno podía apagar. "Yo también me siento diferente contigo, Alexander. Nunca había sentido algo así por nadie."

Se quedaron allí, bajo la luz de la luna, compartiendo un momento de conexión profunda. La nieve caía suavemente a su alrededor, creando un mundo de silencio y paz. En ese instante, Amelia supo que, a pesar de las dificultades y los desafíos que pudieran enfrentar, estaba dispuesta a seguir adelante, a descubrir más sobre Alexander y a explorar la posibilidad de un futuro juntos.

Los días pasaron, y la relación entre Amelia y Alexander se hizo más fuerte. Se convirtieron en confidentes, compartiendo sus sueños, miedos y deseos. Sin embargo, a medida que se acercaban, también aumentaban los peligros que enfrentaban. La noticia de un vampiro en Ravenwood comenzó a extenderse, y con ella, el interés de aquellos que cazaban criaturas de la noche.

Amelia sabía que su relación con Alexander no sería fácil, pero estaba decidida a enfrentarlo todo con valentía. No quería perder al hombre que había capturado su corazón, y estaba dispuesta a luchar por su amor, sin importar las consecuencias.

Una noche, mientras estaban juntos en la librería, Alexander tomó la mano de Amelia y la miró con una intensidad que la hizo temblar. "Amelia, hay algo que debo decirte. La situación en Ravenwood se está volviendo peligrosa. Los cazadores de vampiros están cada vez más cerca, y temo por tu seguridad."

Amelia lo miró, su corazón latiendo con fuerza. "¿Qué podemos hacer?"

"Podría irme, desaparecer y asegurarme de que nunca me encuentren. Pero eso significaría dejarte, y no estoy seguro de poder hacerlo", dijo Alexander, su voz llena de dolor.

"Yo tampoco quiero que te vayas, Alexander", respondió Amelia, apretando su mano con fuerza. "Debemos encontrar otra solución. Juntos."

Alexander asintió, sintiendo una mezcla de esperanza y desesperación. "Hay una posibilidad, pero es arriesgada. Podríamos enfrentarlos, demostrar que no soy una amenaza para el pueblo. Pero eso implicaría exponernos, y no estoy seguro de cómo reaccionarán."

Amelia lo miró con determinación. "Estoy dispuesta a correr ese riesgo. Te amo, Alexander, y no quiero perderte."

Las palabras de Amelia llenaron a Alexander de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que el camino que tenían por delante sería difícil y lleno de peligros, pero con Amelia a su lado, sentía que podían enfrentar cualquier cosa.

Juntos, comenzaron a trazar un plan para enfrentar a los cazadores de vampiros y proteger su amor. Sabían que no sería fácil, pero estaban decididos a luchar por su futuro, sin importar lo que el destino les deparara.

Y así, bajo la luz de la luna y el manto de la nieve, Amelia y Alexander se prepararon para el desafío que se avecinaba, con la esperanza de que su amor fuera lo suficientemente fuerte como para superar cualquier obstáculo.

Bajo la Luz de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora