Capítulo 4

2 0 0
                                    

Me despertaron los golpes en la puerta. Me incorporé asustada sin identificar donde estaba.

—¡Verónica! ¡Nos quedamos dormidos, despierta!—La voz de Malcolm me hizo centrarme.

Oh, por la virgencita María. Estaba en su casa ¡En su casa!

Me puse de pie rápidamente, mirando a todos lados sin saber que hacer, tratando de espabilar.

—Ya desperté—Dije, corriendo al baño a asearme, tomé una ducha rápida y salí con el albornoz puesto, solté un suspiro antes de salir a dónde sea que estuviese Malcolm para pedirle un favor.

En cuanto estuve en la sala el olor a comida llego a mis cosas nasales, el estómago se me retorció por el hambre. La imagen de Malcolm en camisa y pantalón me recibió de lleno, él se movía en la cocina con gracia. Cuando notó mi presencia me dio un asentimiento con la cabeza.

—Buenos días, Verónica—Me dijo, se veía tan bien como de costumbre—. La ropa la dejaron en el sofá, si quieres ve a buscarla y te vistes mientras yo termino de preparar el desayuno.

Parpadee confundida—. Supuse que no tendrías que ponerte así que le ordené a mi mayordomo que te comprara ropa—Explicó.

Claro, él tiene mayordomo, ¿Por qué no lo pensaste antes?

Asentí, algo incómoda. Salí de allí y cuando tomé la ropa prolijamente doblada en el sofá me quedé mirando fijamente a las telas que tenía en mis manos.

La falda vinotinto se veía costosa, al igual que la camisa blanca. ¿Cómo coño una simple camisa blanca podía lucir tan cara?

Algo negro cayó al suelo lo recogí y la mandíbula casi cayó al piso, sentí mi respiración trancarse y una repentina oleada de calor se arremolino en mis mejillas, era ridículo.

Una diminuta y sensual braga. ¡De encaje!

Eso es una indirecta.

Oh, cállate.

Me di cuenta que venía en conjunto con un brasier, bueno... había dormido con sus bóxers puesto, esto no era para tanto ¿Verdad?

Subí y rápidamente me vestí. En seguida me enamoré de la falda. Me quedaba hermosa, realzaba más mis caderas. Me coloque los tacones que llevaba la noche anterior.

Me observé en el espejo pensando en que hacer con mi cabello. Tenía el cabello negro y largo, me llegaba más allá de la cintura, casi hasta mis caderas, y no, no era lacio, tampoco rizado. Era una mezcla entre los dos. En parte de arriba era lacio y en las puntas empezaba a ondularse.

Lo deje caer viendo cómo enmarcaba mi rostro. Decidí dejarlo suelto.

Cuando bajé Malcolm estaba colocando los platos en la encimera. Él iba a decirme algo pero se detuvo en seco mirándome, su mirada recorrió desde mis ojos, mis labios mi cuello hasta la punta de mis tacones.

¿Por qué siempre me tiene que mirar así?

Porque estás bien rica, mamacita.

Shhh.

Su mirada regresó a mis ojos, su boca ligeramente abierta, él carraspeó.

—Parece que si te quedó bien todo—Dijo haciéndome un ademán para que me sentara

—Si, gracias, la falda está muy linda. ¿Me haces llegar la factura? ¿O lo descontaras del sueldo?—Me senté en las sillas altas de la isla

—Tómalo como un regalo—Es lo que dijo, sentándose frente a mí. La tela de su pantalón rozó con mis rodillas enviando una corriente eléctrica que me hizo tensarme.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Endulzando a MalcolmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora