Capítulo 2

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Había aprendido muchas cosas estos días, como que esta empresa solo tiene tres años funcionando, pero ha agarrado mucha fama por su efectividad.

La verdad, era impresionante, me recordaba a ese programa que veía más pequeña, Shark tank.

—Buenos días, oficina de Malcolm White

—¿Hola?—Es la voz de una mujer—. ¿Tú quién eres?

La secretaria, pendeja, ¿Quien más?

—Su secretaria, ¿En qué puedo ayudarla señorita?

—Dígale que lo llama Elena Smith—Es lo que me dice, me quedo un poco impresionada de su mala actitud—. ¿Qué esperas, niña?

Aprieto mis dientes y suspiro.

—Un momento, señorita.

Le marco y me contesta casi al segundo.

—¿Si, Verónica?

—Lo llama Elena Smith—Él bufó.

—Dile que ahora no puedo atenderla, que yo le devuelvo la llamada.

—Está bien—Regreso a la chica—. El señor Malcolm está ocupado, no puede atenderla, me notificó que en cuanto pudiera le devolvería la llamada.

—¡¿Pero qué te pasa, estúpida?! ¡¿No entiendes que necesito hablar con él?!—Se exaltó

Paciencia, Verónica, no la mates.

—Señorita, solo recibo órdenes, el señor está ocupado.

—¡Dile que es urgente!

—Señorita…

—Mira estúpida, no se cuanto tiempo llevas allí trabajando y no entiendo para qué Malcolm necesita una secretaria, menos una como tú si eres así de estúpida.

—Señorita…

—¡Cállate y dile a Malcolm que necesito verlo! ¡Ahora!

—Ya le dije que no puede—Mi tono en este punto dejó de ser amable—. Así que deje de faltarme el respeto que yo solo hago mi trabajo, si no le gusta, pues venga usted misma, no tiene derecho a estar insultandome.

—Si no eres más que una criada, puta.

Oh, no, eso sí que no.

Abrí la boca para insultarla, pero la puerta se abrió y Malcolm luciendo muy enojado entró, me encogí intimidada cuando me dio una mirada severa y me quitó el teléfono.

—Elena, que sea la última vez que llamas y tratas mal a mí personal, si ella te dijo que no estoy disponible es porque no lo estoy. No quiero volver a escucharte insultar a mí personal, ya es la cuarta vez. Ten un buen día—Y con eso cuelga el teléfono.

Lo miro algo impresionada. Sus ojos verdes solo reflejaban frialdad, mis mejillas se calentaron, algo intimidada por su actitud.

—Yo… lo siento, ella estaba insultandome y yo traté de…

—No te disculpes, Verónica, ella siempre es así, la última secretaria se fue por su culpa, no quiero que vuelva a sucederme—Sigue mortalmente serio.

—No tenía que venir, lamento la molestia.

—No es molestia, me alegra que le hayas respondido, ya alguien tenía que poner en su lugar a esa mujer.

—Oh, créame que no le dije lo que quería, me interrumpió—Un asomo de sonrisa se posó en sus labios.

—Me apiadé de ella—Y con eso regresó a su oficina.

Endulzando a MalcolmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora