Prólogo

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Dejame explicarte lo que va a pasar si decís que sí.

No vas a tocarme; que te quede claro desde ahora. Voy a agarrar tu cara con mis manos y te voy a besar despacito, como si fuera la primera vez. Cuando me aburra, te voy a sacar la remera. Adivinaste: lento. Quiero que sientas la tela abandonando tu piel, que vayas levantando los brazos a medida que se desliza y que después los dejes quietitos. Te voy a empujar fuerte para que caigas sobre el colchón justo como te quiero: boca arriba y agitado. Me voy a alejar y me voy a sacar todo sin dejar de mirarte.

Te voy a sonreír por última vez antes de vendarte los ojos y decirte que te agarres de donde puedas. Si me tocás, se termina todo.

Si te portás bien, voy a terminar de desvestirte y empezar a probarte. Despacito, tan despacito que vas a gritar cada vez que mi boca te saboree. Profundo, tan profundo que apenas vas a poder respirar. Solo cuando escuche de tus labios un "por favor" te voy a devolver la vista para que me veas donde me querés desde hace rato. Y tus manos van a ir donde yo decida mientras nos retorcemos entre la agonía y el éxtasis.

Si te portás bien y me dejás probar la lujuria de tu cuerpo cada vez que te tengo en mi cama, nos podemos divertir mucho.

Pero solo si te animás.

manos atadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora