Eileen Crouch jamás había pensado en la posibilidad de tan siquiera tener una familia, menos con quien menos lo había esperado.
Su hermano menor siempre le decía que él iba a protegerla de cualquier hombre que se atreviera a tan solo mirarla, pero...
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ESA TARDE EILEEN Y SIRIUS HABÍAN ESTADO HABLANDO de lo que pasaría con los bebés, el Black aceptó hacerse cargo pero no se iba a comprometer románticamente con Eileen, también llegaron al acuerdo de no hacerlo público ya que el Black quería conservar su reputación con las chicas.
Eileen no le tomó tanta importancia a eso, así que aceptó sin rechistar, realmente le importaba más lo que sus hijos pudieran necesitar, ya que era incierto que su padre aceptara que estuviera embarazada.
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DICIEMBRE.
Pronto Eileen volvió a una rutina que era levantarse temprano, bañarse y prepararse para las clases, sus clases normalmente las compartía con alguno de los merodeadores. Remus, Peter y James eran los más atentos con ella, siempre cargaban sus cosas e incluso Remus se ofrecía a hacerle sus tareas por estar demaciado cansada a lo cual ella siempre se negaba y solo pedía apuntes.
Del lado de Barty y Regulus, trataban de estar lo más posible con la rubia pero les era casi imposible por estar preparándose para los TIMOS de ese año. De repente también comía y platicaba con Pandora en la mesa de Ravenclaw.
Las cartas, dibujos y pequeños detalles no se hacían esperar de parte de todo Hogwarts a la chica Crouch, la cual estaba agradecida con todos y cada uno de los alumnos de diferentes casas.
Pero había dos, especialmente dos con los que no podía aguantar más de un minuto. Uno de ellos era Sirius Black, quien no parecía realmente interesado pero de vez en cuando si se tomaba algunas cosas en serio.
Y Jason Smith el cual no perdía la oportunidad de hacer cualquier comentario ofensivo cuando la rubia estaba sola.
Los antojos habían disminuido al igual que los ascos, pero sabía de muy buena fuente que quien sufría de todo aquello era Sirius, ya que durante las noches le daban antojos realmente exóticos en palabras de Peter. Y unos ascos tremendos que hacían que se quedara literalmente pegado al retrete del baño en la habitación que compartían los merodeadores.
James y Peter se burlaban de su amigo diciendo que de cierta forma lo merecía por lo imbécil que se estaba comportando, Remus no lo justificaba, a veces lo ayudaba pero realmente muy en el fondo sabía que sí lo merecía.
