THE DRAGON PRINCE: BROKEN AND HOPE

PROLOGO: EL CICLO DE ODIO

MIENTRAS TANTO EN LUX AUREA

LA GRAN BIBLIOTECA

NARRADOR: En la espléndida ciudad de Lux Aurea, hogar de los elfos del sol, la paz había sido una costosa y frágil tregua con sus rivales. Entre sus joyas culturales se encontraba una biblioteca colosal, custodia de antiguos pergaminos y textos cuyo conocimiento superaba la comprensión humana.

En el corazón de esta gran biblioteca, un anciano elfo de sol, cuya edad se extendía por mil años. (Una anomalía entre su longeva raza, que usualmente solo vivía por siglos), él se encontraba en la penumbra. En los ojos humanos, su apariencia era la de un hombre de cincuenta años, pero su longevidad le daba una visión única sobre la existencia. A pesar de las teorías y susurros sobre su posible origen estelar, él se mantenía ajeno a las especulaciones, anhelando solo disfrutar de su vida hasta el momento en que el destino decidiera reclamarlo.

Hoy, el anciano se había sumergido en un antiguo libro sobre la división de Xadia. La obra, escrita por los líderes de épocas pasadas, contenía una visión limitada de los eventos de los soldados y de la guerra que los humanos apenas podrían llegar a entender. Tras dejar el libro en su lugar, el anciano se quedó inmóvil, contemplando sus manos con una expresión de introspección, como si buscara respuestas en los surcos de su propia piel.

LA GUERRA DE LOS MAGOS

1000 AÑOS ANTES

NARRADOR: En la penumbra de la nueva frontera de Xadia y los Reinos Humanos, el eco distante de la guerra resonaba en el aire. El cielo estaba oscuro, iluminado solo por el resplandor débil de las antorchas y los destellos intermitentes de la magia oscura que iluminaba la oscuridad. Los árboles susurraban historias de conflictos mientras el viento llevaba consigo la promesa de un enfrentamiento inminente.

Nuestro protagonista el elfo de sol longevo. (Ahora joven), destacaba en medio de la oscuridad, su figura esbelta apenas perceptible en las sombras. Su piel resplandecía con una luz dorada, y sus ojos, llenos de determinación, reflejaban el brillo de un sol que no se rendía ante la oscuridad. Portando una lanza que destellaba con runas antiguas, Los elfos de sol se prepararon para el choque.

Las sombras se movían, y desde la oscuridad emergieron los soldados humanos, marchando con la carga de la magia oscura que los envolvía. (Algunos otros eran soldados normales con armas de cobre) En frente, los elfos del sol se alineaban, dispuestos a defender su tierra natal. El choque fue inevitable, una colisión de oro y magia que resonó en los corazones de aquellos que luchaban.

Nuestro protagonista elfo se movió con gracia, esquivando hechizos oscuros y cortando a través de las líneas enemigas con precisión mortal. Cada golpe de su lanza era una danza coreografiada, una declaración de resistencia contra las fuerzas que amenazaban con sumir el mundo en las sombras.

La batalla seguía su curso, comenzaban las bajas de ambos bandos, cuando de repente, en el cielo nocturno, se escuchó estruendosos rugidos. Los dragones, majestuosos guardianes de Xadia, descendieron del firmamento, sus alas desgarrando la oscuridad mientras lanzaban bocanadas de fuego. El campo de batalla se iluminó con el resplandor de llamas, y los magos oscuros retrocedieron ante la magnificencia alada de los dragones.

En medio del caos, el elfo de sol longevo se encontró a un joven humano, un soldado que se había extraviado en la maraña de la guerra. La mirada de ambos se cruzó, y en ese momento, la enemistad cedió ante la comprensión mutua de que la supervivencia dependía de la unidad.